2017 – 2018

Un año acaba. Si me estás leyendo has acabado tú con él, no es poco, algunos ha sido el año quién ha acabado con ellos. Si la persona que falta era importante para ti, inevitablemente el año también ha acabado un poco contigo. En cualquier caso los años no acaban ni empiezan, el tiempo siempre está ahí. El tránsito del 31 de Diciembre al 1 de Enero es una forma de recordar que somos espectadores del paso del tiempo, al cual hemos parcelado en un calendario para que no nos abrume su inmensidad. En ese sentido, todos estamos, y nadie está.

Pienso. ¿Qué puedo recomendar a mis queridos lectores para este año que empieza, o este tiempo qué continúa? Son demasiadas ideas, demasiado largas de explicar, porque la vida, aunque a veces dudo de si es difícil o la hacemos difícil, cada vez estoy más convencido de su complejidad. Por eso te felicito por llegar dónde has llegado, por poco recorrido que parezca que has recorrido. Sólo alguien que no te conozca se tomará la libertad, y la inocencia, de criticar el camino que has recorrido durante este 2017; pero tú, que sabes de dónde partías, no puedes olvidar que el merito no está en dónde se llega, sino a dónde llegas teniendo en cuenta de dónde partías. Y cómo sólo uno mismo sabe de dónde viene, nadie puede saber el esfuerzo que has hecho para llegar dónde otros casi empezaron su andanza.

Las ideas se me amontonan en la cabeza. Dudo de cuáles escoger. ¿Las mejores? Es una responsabilidad escribir unos cuantos deseos cuando tengo tantos para sugerirte. ¿Y además qué es eso de lo mejor? Ya está. En esta época del ruido, de la aglomeración de información, de las prisas, de hacer dos cosas a la vez mientras tienes una tercera en la cabeza, ha quedado demostrado que el exceso es enemigo de la exclusividad. En este 2017 parece ser que seguimos olvidando que más no es igual a mejor. Lo mejor en todo caso es saber administrar ese más. Acumulamos como pollos descabezados, llenando las tarjetas de memoria de nuestros teléfonos de emociones que se solapan unas a otras, arrebatándose mutuamente el protagonismo que cada una por separado se merecen. Si una idea, una foto, una conversación, una canción, es buena, no quiero saber nada más. Me importa un cuerno lo que haya fuera. Sí, doy la espalda a todo ese universo de posibilidades, porque ese mismo universo me impide que pueda exprimir como se merece una sola de esas posibilidades.

Este es mi deseo para el 2018:

Cuando te digan: “¡Que el año que entra sea mejor que el que sale!”.
Piensa para ti mismo: “No necesito que sea mejor, no necesito compararme ni con el año que dejo ni con el año que tienen los demás, no necesito empezar el año espoliado por la exigencia, el perfeccionismo y la competitividad. Ojalá el 2018 sea un buen año”.

Con permiso del viento y yo te deseamos un buen 2018.

Con permiso del viento.