Acabo de ver los resultados de las Elecciones Legislativas en Estado unidos. En los periódicos digitales suele existir la opción de ver la noticia en imágenes. Este miércoles he podido comprobar que no reímos como antes. Sin importar si eran demócratas o republicanos, los simpatizantes de cada partido que habían ganado en cada Estado mostraban unas sonrisas brillantes. Eran sonrisas naturales. Bocas abiertas por las que podían pasar trenes, piezas dentales ausentes, muecas torcidas a lo Rocky Balboa, gestos faciales entregados por completo a dar protagonismo a esa sonrisa que mostraba sin pudor el alma.
Seguro que recuerdas alguna persona, sino eras tú quién lo hacía, que cuando reía se tapaba la boca con la mano. Era un gesto suave, milimétricamente ensayado, que acompañaba a la sonrisa con la naturalidad que las piernas lo hacen a los pies al caminar. En el siglo XX, esto era la excepción, pero en el siglo XXI cuando tenemos una cámara delante nos volvemos tontos. Tanto que ahora la excepción es encontrar quién no se acicala para sonreír.
Hoy, algunas de esas personas que he visto en las fotos eran tan felices que se han pasado por la piedra si su forma de reír iba a obtener likes en las redes sociales. No habían estado practicando en casa la cara de “feo molón”, o la “carcajada perfecta”, sencillamente reían.
Por favor, cuando rías, al menos cuando rías, no lo hagas mirando a cámara. No tienes que estar divino de la muerte también cuando ríes. Me pregunto si la gente cuando se sienta en sus inodoros a apretar, pone las mismas muecas que en el siglo XX o ya tenemos tan automatizado el querer agradar que ni cagando consigue uno mostrarse tal cuál es.
Me encanta ver tus carcajadas. Tu mandíbula desencajada como si fueses un asno, el cuello hacia atrás mostrando tus fosas nasales como si fueras un cerdito, esa forma de coger aire que parece que te falte un hervor. ¡Pues menudo porte!, dirás. A mí me parece una estampa preciosa. Tan humano, tan natural, tan feliz. Me encanta verte reír con el cerebro apagado y las emociones encendidas.
PD: aunque quién escribe, El rumor del olvido, está para hablarte y no para hablar de él, te adjunto el link digital sobre una entrevista que se me hizo en el periódico La Razón el jueves 1 de Noviembre. Aprovecho la ocasión para agradecer a José Aguado la enorme oportunidad ofrecida.
El rumor del olvido.