Clases de matemáticas en Bruselas

Parto de la premisa de que soy corto de miras. Tampoco se me puede juzgar muy duramente, no dejo de ser un libro, que por muchas pretensiones que albergue, soy más bobo que el más simple de los humanos.
Tras los atentados de Bruselas la primera impresión, la más intuitiva y visceral, es una vez más, como ha sido y siempre será, la pena y la sinrazón. No hay mucho que añadir en este aspecto, da igual quién lo hace mal y quién lo hace peor, quién empezó este juego del toma y daca tan antiguo por otro lado como el hombre, cuáles son los problemas y cuáles las soluciones, que es justo y que no lo es, todo esto queda relegado por una realidad aplastante, las muertes son tristes, y las producidas violenta y prematuramente, más.

Como no hay nada nuevo que añadir, este miércoles quiero dedicarlo a vuestra peculiar forma de sumar. No me salen las cuentas, las echo una y otra vez y me siguen sin salir. Le he preguntado al libro de matemáticas que tengo en la balda de al lado y me dice que no, que no me he vuelto loco ni soy tan necio como creo, que dos más dos son cuatro aquí, allí y en el más allá. Le he insistido que eso no es así, que los libros nos creemos que sabemos mucho de la vida pero que somos unos pringados. Me ha hecho esperar un rato y ha vuelto para confirmarme, que ha preguntado a un libro escrito por el tío ese raro que conduce una silla de ruedas y habla a través de una maquina y definitivamente, dos más dos son cuatro de siempre y en todo lugar. Como no quería discutir le he acabado dando la razón, pero a mí no me dan gato por liebre. Al fin y al cabo soy el único libro que ha adquirido vida, y estoy aprendiendo cosas de los seres humanos que el resto de libros no pueden ni imaginar.

Dos más dos no son cuatro, depende del color, la nacionalidad, la religión y demás características de esos números. Veamos algunos ejemplos que me han enseñado a sumar. ¡Quién me iba a decir a mí a estas alturas que iba a aprender algo tan básico! Pero ya se sabe que nunca es tarde si la dicha es buena:

Ejemplo 1. Si los números son blancos, dos más dos son cinco, en cambio, si son negros, dos más dos son uno.
Muestra: Si mueren dos personas blancas por ébola es una crisis sanitaria gravísima, si mueren veinte mil negros es selección natural.

Ejemplo 2. Si los números son sudamericanos suman menos que si son españoles.
Muestra: si invadimos un continente y matamos hombres, esclavizamos niños y violamos a sus mujeres es colonización, civilización galopante. Si un pandillero de los Ñetas, los Primas, los Abuelas o los Cuñadas de Puerto Rico mata a un español es un salvaje.

Ejemplo 3. Si los números son europeos suman más que si son pakistanís.
Muestra: un atentado en Bruselas mata a treinta personas, y la suma da un número tan alto que da para hablar sobre esta indudable desgracia noche y día durante una semana entera. Por esas mismas fechas otro atentado mata setenta personas, treinta de ellas niños, y la noticia ocupa apenas un minuto un par de días.

No es necesario poner más ejemplos para demostrar que mi amigo el libro de matemáticas no tiene la más remota idea de sumar y restar. Pobre, se cree que la objetividad de la ciencia está por encima de la subjetividad de las personas.
Por mi parte sigo sin tener soluciones para este gran problema, pero gracias a que los atentados de Bruselas y Pakistán han coincidido en el tiempo, al menos he aprendido a sumar. A sumar según los libros de texto europeos claro.

Con permiso del viento.