Todo es amor

Hoy voy a intentar explicar en muy pocas líneas porqué la vida en el planeta tierra es como es, para lo bueno, y para lo malo; aunque desde el resto de planetas que nos contemplan no compartan nuestro bipartidismo moral.

Tu hijo es periodista y el único pecado que ha hecho en su vida, sin contar las hamburguesas de mala calidad que haya comido, los prostíbulos sin bandera azul que haya visitado y las veces que se le ha olvidado felicitarte por tu santo, es querer que las personas estén informadas, conocedor de que la información es la antesala de la libertad. De todo lo que podría informar, en vez de sacar fotos al famoso de turno comprando una bolsa de pipas, decide irse a un país en guerra para concienciarnos que hay mundo más allá de descargarse series por internet, ponerse guapos los fines de semana, comer rodaballo en los restaurantes, ganar dinero, tomar cervezas con los amigos y cuidar de los vástagos. Cosas de la guerra, le secuestran, y aunque no lo hacen oficial, a través de la embajada te comunican que piden un rescate de cincuenta mil euros. Si pagas, tu hijo vuelve a casa y con ese dinero los terroristas perpetrarán un ataque que costará la vida a un número indeterminado de hijos: diez, veinte, treinta, imposible saberlo con exactitud, pero no hay duda que tu dinero servirá para financiar unos atentados que dejarán a unos padres amputados de por vida.
Si no pagas, tu hijo muere.
Pocas personas no pagarán el rescate, ya buscarán después la forma de acallar sus conciencias para dormir tranquilos cogiendo excusas de aquí y de allá, o aceptarán vivir atormentados con tal de que su hijo viva en paz.

Al amor le debemos todo. El amor por uno mismo, el amor por el dinero, el amor por el poder, el amor por los seres queridos. El amor a un país, una ideología o una religión. El amor a un hijo… El movimiento es lo único que en verdad nos hace únicos en este universo, y el amor es el viento que azuza el movimiento. Pero el amor no sólo lleva el velero a bellos paraísos, no, el amor nos lleva a todos los sitios dónde llegamos. Aunque cuando llegamos a sitios que poco tienen de bello, menos aún de paraíso, preferimos pensar que los vientos que soplan son otros.

Por amor vivo,
por amor muero;
Por amor sueño,
por amor me desvelo;
Por amor río,
por amor lloro:
Por amor salvo,
por amor mato…

Por amor hago todo.

Con permiso del viento.