MANUAL PARA SOBREVIVIR EMOCIONALMENTE A UNA PANDEMIA.
Capítulo 3: Pautas para el teletrabajo
1.- No caigas de la cama al trabajo. Que al menos pase media hora entre que te despiertas y enciendes el ordenador.
Si ese día puedes dejar la cámara apagada, tendrás la tentación de ni siquiera perder la horizontalidad.
Este objetivo es difícil porque de siempre ha dado pereza levantarse y hemos apurado los tiempos. El atasco era imprevisible, lo que te hacía finalmente apurarte, pero ahora tienes todo el control. A malas, puedes levantarte treinta segundos antes de conectarte, que es lo que necesitas para ponerte una sudadera encima del pijama y echarte agua en la cara.
Te vendrá bien dejar un ratito entre el sueño que has tenido revolcando con Brad Pitt en el granero, y el careto de tu jefe. Dúchate, desayuna, cotillea un poco tu teléfono si quieres y luego, enganchado ya al día, ponte a trabajar.
2.- Haz una pausa en la hora de la comida.
Lo mejor para desconectar es perder de vista por un rato el contexto laboral: en este caso, tu casa. Baja a la calle a comprar el pan o fumarte un pitillo. Estaría bien, y no es una forma de hablar, que un par de veces a la semana comieses en un restaurante. Si pudieses quedar con un amigo sería genial.
Si quieres llevar a raja tabla las medias de aislamiento social, algo con lo que al velar por tus intereses emocionales no puedo estar de acuerdo pero que respeto, bájate un bocadillo de casa y te lo comes en un banco.
3.- Mismo ritual al acabar la jornada laboral. Es importante romper los patrones mentales del trabajo, y para eso lo mejor es cambiar los muros de las paredes. Otra salidita a la calle para despedir el día. Que elijas cigarro, Instagram o deporte me da igual, solo quiero que tengas la sensación de haber trabajado duro durante el día, y que ahora emprendes el merecido descanso.
4.- Si te dejan, ves a trabajar dos días a la semana a la oficina. Deja que la vida te sorprenda, disfruta de la contemplación, aunque sea lejana, pero real no virtual, de otros compañeros. Introduce nuevos estímulos en el guion de tu vida.
5.- Importantísimo. Cuando subas a casa, te cambias de ropa. Si llevas los mismos pantalones trabajando que cenando, ¿cómo diferenciar que estás haciendo una cosa y no otra?
6.- Ten horarios concretos y salvo excepciones, cerrados. Si no, corres el riesgo de tener la sensación de estar trabajando todo el día. Si te entra un mail en tu horario de descanso, no lo contestes aunque tengas el teléfono en la mano y solo vaya a llevarte un minuto. No es por ese exiguo minuto, es una declaración de intenciones: “Estoy descansando, fuera del ojo 360 del trabajo que todo lo engulle”. Hay que estar a lo que se está. Cuando se trabaja no se mira el móvil por debajo de la mesa, y cuando se charla con amigos, no se permite al trabajo asomar el hocico.
7.- Sería bueno que algunos días, te pusieses una ropa no del todo cómoda. Si hoy trabajas con camisa, mañana agradecerás ponerte una camiseta. Si estás siete meses trabajando en camiseta, dejarás de valorarlo. La felicidad es un romance de contrastes, ya sabes.
8.- La idea es que no haya una linealidad entre tu vida laboral y tu vida personal. Antes, esta separación se hacía de forma natural: salías del trabajo y esa hora de traslado hasta casa te servía para hacer una distinción física que permitía limpiar la mente de la jornada laboral. Esa brecha ahora tienes que forzarla, ya que si no, corres el riesgo de que con la misma ropa y en la misma habitación: trabajes, te masturbes, discutas con tu pareja, juegues con tus hijos, mantengas relaciones sexuales, bebas cerveza, llores y rías con los amigos por Skype. El contexto, es algo que debe cuidarse.
La mayor traba que te vas a encontrar al llevar a cabo estas pautas, va a ser la comodidad. La comodidad no da felicidad, como tampoco lo da la incomodidad. Es una cuestión de equilibrio. El problema del teletrabajo, y su virtud, es que es mucho más cómodo, lo que hará que tires por tierra todas las pautas que te he dado bajo el pretexto de que es más cómodo comer en casa, es más cómodo mandar whatsapp desde casa que desde la calle con frío, es más barato comer en casa que en un restaurante, es más cómoda la sudadera que la camisa, etc, etc, etc.
La comodidad te acabará matando. Sino literalmente, sí psicológicamente. La comodidad es una jaula con barrotes de oro. La comodidad te encierra. Al estar todo el día metido en casa trabajando, perderás creatividad, sociabilidad y flexibilidad para el cambio. De alguna manera, tendrás la sensación de llevar confinado desde marzo. Si no tienes en cuanta algunas medidas de autocuidado en el teletrabajo, tu vida personal y laboral se verán mermadas. ¿Conoces la expresión, cambiar de aires? Pues el aire de tu habitación está viciado.
La comodidad, en exceso, es un cáncer. Un cáncer insidioso, lento y silencioso. Este tumor lleva asociado síntomas depresivos como apatía, desánimo o falta de ganas para hacer planes. Al igual que aquellos que fuman porros, que no son conscientes de estar embotados como los peces no notan el agua, el teletrabajo sin medidas correctoras te irá quitando la chispa. Recuerda, si toda tu vida transcurre en el mismo plano físico, todo ocurrirá en el mismo plano mental.
El teletrabajo necesita mesura y auto regulación. Aplica estas pautas y tu empresa gana, tu familia gana, tú ganas.
Rafael Romero Rico