Miedo

    Tenía ya ganas de hablar en mi propio nombre y no a través de mis personajes de Cuarentena. En esencia, estoy de acuerdo con la mayoría de lo que dicen, pero hay que dejar a los intermediarios a un lado.
Se nos está yendo de las manos. No a uno ni a tres, a un país entero. No lo critico, es comprensible dada la dificultad de la situación, pero una cosa no quita la otra. Diagnóstico: tiene muchos nombres, podemos aunarlos todos bajo el de MIEDO.

    Llamando asustadiza a la población, con los cientos de muertos diarios nacionales, o decenas de miles internacionales, me siento un agnóstico en tiempos de la Inquisición. “En nombre de Dios, que alguien queme a ese hombre que nos dice que recemos menos (nos lavemos menos las manos)”. Es natural, el hombre siempre ha tenido un miedo atroz a la muerte, debido a su egocentrismo de serie, tanto, que ha encontrado cierto alivio en pensar que sacrificando una gallina, se garantizaría un buen año de cosechas que ahuyentaría la muerte con careta de hambre de su familia. La vida era muy precaria, y el conocimiento un bien escaso, totalmente normal esos sacrificios para encandilar a la buena suerte. De esos tiempos, algunos cerebros han ido evolucionando poco a poco hacia la superstición: no pases por debajo de un puente, ponte los calcetines de la suerte para el examen, si ves una matrícula impar enciende tres veces la lámpara con la mano izquierda y dos con la derecha… Podríamos pensar que es distinto a lo que está pasando, porque mientras que objetivamente, no hay relación entre santiguarse y que no caiga un avión, lavarse las manos ahuyenta el fantasma del coronavirus y por extensión, una posible muerte. Es cierto, el coronavirus es un fantasma muy carnal, y puede matarte. Hay una relación directa entre higiene y salud, frente al que por no mirar un gato negro se cree que no enfermará. La disfunción está en la medida. ¿Los condones protegen del sida? Claro, pero no te pones dos condones a la vez. ¿Y los cinturones de seguridad te cuidan de no hacerte daño en un accidente? Sí, pero no llevas el arnés de Carlos Sainz ni casco cuando te montas en tu vehículo para ir a la playa. ¿Los aviones se caen? Algunos, pero no llevas un paracaídas bajo el traje como 007. Lo mismo sucede con los barcos, que aunque se hunden, no llevas el flotador de flamenco puesto cuando das un meneo a tu pareja en el camarote.
Lo has olvidado, pero antes asumías riesgos. Te voy a hacer una batería de preguntas y, responde afirmativamente si ALGUNA VEZ has hecho alguna de ellas:

1.- He tenido sexo teniendo menos de 18 años.
2.- Con 20 años, o alguno más, he tenido sexo con menores de 18 años.
3.- Alguna vez he hecho el amor sin preservativo con mi pareja sin querer tener hijos.
4.-He follado con alguien sin condón al que no conocía mucho.
5.- He conducido habiendo bebido algo de alcohol.
6.- He conducido por encima del límite permitido de 120 km/h.
7.- Me he picado con otro conductor haciendo alguna maniobra peligrosa.
8.- He hecho el punto 5,6 o 7 con más ocupantes en mi coche.
9.- He hecho el punto 8 con algunos de esos ocupantes siendo niños.
10.- He tenido hijos con alguien que no estaba seguro/a de querer.
11.- Me he bañado en una piscina o en el mar durante una tormenta.
12.- He hecho menos deporte del que me recomiendan los médicos.
13.- Tengo sobrepeso que aumenta la probabilidad de complicaciones cardiacas y aún así como demasiadas patatas fritas de bolsa.
14.- Me echo más sal de la que le sientan bien a mis venas.
15.- He cogido una avioneta de dudosa seguridad en mi viaje de novios en África.
16.- No he ido a tiempo a mis revisiones médicas.
17.- Fumo o he fumado.

    Cabe la posibilidad que respondas negativamente a todas las preguntas, lo que no hace sino confirmar que el Covid-19 te haría un favor matándote. Es broma, cada uno que viva la vida como le venga en gana. El caso, es que ahora parece que si bailas unos pasos en el festival de la muerte con el Coronavirus eres un suicida o, esto es interesante, un camicace que va en dirección contraria matando población de riesgo. Veo a gente pasear el perro por la noche en calles desiertas con mascarilla, hornear el pan o lavar con lejía el cartón para desinfectarlo, retirarse tres metros cuando se cruza a alguien por la acera, o lavarse compulsivamente las manos. No hablo de lavarse las manos al volver a casa, o al salir de ella para no contagiar el mobiliario urbano, no, hablo de personas que se lavan las manos varias veces dentro de casa porque han tocado un objeto digno de sospecha, o que después de habérselas lavado al salir del supermercado, de camino a casa, vuelven a echarse esa agua bendita ahuyenta vampiros ahora contenida en frascos con el 70% de alcohol. “Nada, una gotita, sólo una gotita de nada, pero sino no me quedo a gusto”. A diferencia del que se rasca tres veces la oreja para que su padre no muera de cáncer, nuestra compulsión si guarda relación con el mal que queremos evitar, pero su aplicación es desmedida.

    Esto se debe a la construcción binaria de la mayoría de los cerebros. El mundo se divide en dos lados. Buenos y malo. Listo y tonto. Amor, odio.
Haces la cena para unos amigos y uno de los platos se te quema. La cena ha salido una mierda.
Después de veinte años casado, te enteras que tu pareja lleva dos meses con otra persona. Tu matrimonio ha sido una farsa.
Te levantas sintiéndote guapa, ciertamente lo estás, pero, delante del espejo descubres un grano. Estás horrible.
Eres un buen profesional, pero hoy tu jefe te ha echado la bronca. Me veo en el paro.
Ayer, 1 de Enero del 2020, estaba en un mundo seguro. La muerte era algo ajeno y lejano. Conocido, asumido, testigo en algunas ocasiones de su presencia, pero el 1 de Enero no iba a morirme, no, yo no. Hoy, 29 de Abril de 2020 muere más gente. Más es indudable, no sabremos cuántas más hasta hacer el diferencial. Al año mueren en España 470.000 personas, todas las de más a partir de ese número el 31 de Diciembre serán atribuibles al virus. Pamplinas, el caso es que hoy muere más gente que el 1 de Enero, por tanto:
Ayer, a salvo. Hoy, en peligro.
Ayer, vida. Hoy, muerte.
Ayer, podía conducir deprisa, echarme sal y quejarme de contaminar el planeta pero seguir haciéndolo. Estar a salvo. Hoy, me lavo mil veces las manos para no morirme.
Ayer, mundo cómodo y despreocupado. Hoy, la catástrofe se cierne insondable sobre nosotros.

    Ni ayer estábamos tan seguros como creíamos, ni hoy lo estamos tan en peligro. Es verdad, que cuando uno está en el lado de la belleza, no le importa tanto distorsionar. Ahora las personas que acuden a mi consulta, entienden por qué les decía que el mundo que pisaban era menos bello de lo que creían, sin por ello ser feo. Les decía: “si para ser feliz tienes que vivir en la mentira de estar a salvo, de tener el control, si algún día las cosas se tuercen, te sentirás perdido”. Y esto y no otra cosa es lo que está sucediendo. La mayoría de la gente de “ayer” se mentía. Si les preguntaba si su pareja les estaba engañando o si iban a morir esa tarde de un ataque al corazón, me respondían llevándose las manos a la cabeza: “¡No, qué cosas dices! Eres muy negativo Rafa”. Yo no les decía que fuese a pasar, sólo les preguntaba si podía ser qué pasase, pero no eran capaces de vivir tranquilos y felices aceptando esa posibilidad y, entonces, la negaban. Ahora, los numeritos de muertos diarios no pueden negarse, y la gente no sabe cómo vivir en un mundo que no es 100% seguro sin sentirse profundamente desprotegido.

    La noticia buena es que todo es un efecto óptico. Que tú vivieses engañado “ayer”, no cambiada el hecho de que la mala suerte se te pudiera meter por el culo. Negar que el precipicio es alto y mirar hacia otro lado, no lo hace más bajo. Quiero decirte con esto, que si ayer vivías bien y era poco probable que la muerte te agarrase, hoy, sigue muy parecido. No te dejes engañar por los números. Sí, es algo más probable que mueras, pero los números no engañan. Más del 99,9% de la población de no riesgo sale adelante, y de la población de riesgo lo supera el 10%. Estos números son decenas de miles de muertos, cada muerte es una triste desgracia para su entorno, pero eso no cambia, que 520.000 muertos de 47.000.000 de personas es un porcentaje aceptable y, de hecho, sólo 50.000 más que el año anterior sin coronavirus. Es un dato triste, pero teniendo en cuenta que íbamos a 200 km/h por hora, que “sólo” tengan que amputarnos una pierna es un mal encajable. Una putada, qué duda cabe, pero para ser la peor crisis sanitaria en cien años, podría haber sido peor. Obviamente la pierna no piensa igual, pero hay que centrarse en el conjunto del cuerpo.
Quiero recordar por otro lado que en España nacen al año en torno a 390.000 niños. Teniendo en cuanta que esta crisis sanitaria realmente es un asunto grave, el golpe más duro que ha recibido la humanidad en mucho tiempo, si muriesen 530.000 personas y naciesen 400.000 niños, y teniendo en cuenta que esas defunciones serían un incremento en la mortalidad anual del 10%, me parece que nuestro mundo sigue sin ser un lugar hostil, como tampoco ayer lo era seguro. Para ser honestos con los números, supongo que con la crisis económica en el 2020 habrá menos nacimientos. Al menos debería, aunque constantemente vemos a parejas que tienen más hijos de lo que sería sensato para su economía. Si tienes más hijos que ahorros, luego no te quejes si vienen mal dadas.
Hoy, el mundo es un 10% más peligroso. De diez tortillas de patatas que haces, se te quema una y nueve salen ricas. Conclusión: eres un buen cocinero. Nada más y nada menos, te han salido bien nueve tortillas de diez. Un 9. Sobresaliente en la notas del colegio.
Alguien podría pensar que cada vez que uso los números trivializo la muerte y la enfermedad. Se equivoca. El Covid-19 un problema muy grave, sólo digo que tenemos que aprender a vivir con ello.

Nunca he dicho que los leones no sean peligrosos, pero los impalas han aprendido a hacer su vida cerca de ellos.

    Y no seamos impacientes. Este virus es un cabrón que nos lleva un 10% contra las cuerdas, pero con un poco de suerte, en un año le hemos metido sus propias pelotas en la boca y volvemos a un mundo 2% peligroso. Sólo espero que dentro de un año no niegues ese 2%, hablando con la infantil seguridad que hablábamos antes. Lavarte las manos o quedarte en casa por semanas sin pisar la calle, es pretender alcanzar un 0%, lo mismo que hacías antes al dar por hecho que tu pareja no te engañaba o tu hijo de diez años no tendría cáncer.

    Olvídate de las fases de las desescalada, el problema para la mayoría de la gente es el miedo. En ninguna de esas fases te garantizan lo único que te tranquilizaría: “Fulanito, tranquilo, no vas a morir”. No necesitas fases de desescalada porque vas por detrás de ellas. Muchos están en la fase -1, esto es, son más restrictivos que las medidas que pone el gobierno. Calculo que el 70% de la población no ha pisado prácticamente la calle durante la cuarentena. Nadie le ha pedido eso. Podíamos bajar la basura, ir andando a la compra, darnos un paseo hasta el Banco y, ¿qué ha hecho la mayoría de las personas? No salir de su casa. ¿Para que quieres más libertad si no estás usando la que tienes por miedo? Tu problema no es cuando te dejarán salir, es cuando te dejarás salir tú.
    Basándome en una herramienta muy usada por los psicólogos cognitivos conductuales para vencer las fobias, la exposición gradual y jerarquizada, te recomiendo que empieces a hacer pequeñas salidas ya. Empieza por bajar cinco minutos sin entrar en ningún establecimiento. Ves estando más tiempo en la calle. Luego puedes probar a caminar en un sitio sin gente sin mascarilla. Luego, respetando las distancias, a cruzarte con gente con mascarilla. Reducir el número de veces que te lavas las manos, si es que lo haces mucho. Si estás una hora fuera y no tocas nada, no tienes que echarte alcohol en la calle, basta con que te laves las manos en casa. En cualquier caso, cada uno debe coger su lía base e ir subiendo poco a poco la dificultad. Si te echas alcohol tres veces en la calle, hacerlo dos veces es un buen comienzo.
Te doy otro motivo para exponerte cuanto antes. Lo estamos dejando para más adelante como si mañana fuese a ser más fácil que hoy, pero es justo lo contrario. Cuanto más tiempo llevas evitando algo, más grande y tenebroso se vuelve el fantasma. Siempre podrás ganar esta batalla, pero es innegable que hoy te costará menos que mañana. Además, si sales cuando la situación esté más normalizada se dará un efecto en el que quizás no hayas caído. Vas a pasar de llevar dos meses metido en casa sin salir, ha encontrarte las calles abarrotadas porque la desescalada ya estará avanzando. Ver a miles de personas con mascarilla te generará ansiedad al parecer que estás dentro de una película apocalíptica y, los otros miles que veas sin mascarilla aumentarán tu sensación de vulnerabilidad sintiendo que te vas a contagiar a cada paso que das.

¡Ánimo!, empieza a enfrentarte a tu verdadero enemigo, el miedo, y en un par de semanas estarás saltando y disfrutando de las infinitas tierras del Serengueti.

Reverso.