Micro pesimismos

Prefiero una piedra enorme en mi zapato que una china.

Lo bueno de los micro problemas es que no son invalidantes, lo malo, que puedes mantenerlos una vida entera sin solucionarlos. Las chinas emocionales no te roban mil euros al día, algo insostenible, te van robando un euro a diario. Si eres muy agresivo, en poco tiempo pierdes amistades, trabajo, pareja o la relación con tus hijos, pero en cambio si sólo eres un poco agresivo, puedes permitirte prolongar este defecto años y años. Por todo esto, temo mucho más los problemas pequeños que los grandes. No podemos andar mucho tiempo con una piedra en el zapato, podemos hacerlo toda la vida con una china.

El riesgo del micro pesimismo es aplicable a la depresión, la ansiedad o la irritabilidad. La peligrosidad de los micro problemas es que se cuelan en las fiestas y ni te das cuenta. Y si los pillas, molestan tan poco, que piensas que no vale la pena parar la música para echarlos. Los quehaceres del día a día se imponen y sigues con tus rutinas, esas almohadas que llevamos los humanos a los lados de la cabeza a modo de orejeras para burros. Así es como los micro pesimismos consiguen estar en todas las fiestas de tu vida, con ese puteo de perfil bajo tan característico de ellos.
Ese micro pesimismo te lleva a decirte cinco, diez o más veces al día, pequeños mensajes grises. Nunca tan tormentosos como para quedarse en casa, es más un cielo encapotada al que hacerle frente con un paraguas. En una sesión reciente, mira que dos frases me dijo una persona en diez minutos:
“El otro año se me rompió el coche en vacaciones, no quiero ir muy lejos este verano no vaya a pasarme lo mismo”.
“Nos vamos a comer el coche”, iba con su familia al centro de Madrid.
Por supuesto ni se dio cuenta ni le dio la mayor importancia a estas frases. Fue al señalárselo, cuando tomo conciencia. Lo bueno del micro pesimismo es que su tratamiento es muy sencillo. Como no está muy arraigado a tu mapa mental, suele bastar con darse cuenta de su presencia para deshacerse de él.

Como ves son pensamientos sin importancia acompañados por una suave estela grisácea. Sin la mayor relevancia en su concepción aislada, pero graves en su cúmulo total. Lanzarse miles de esas micro frases condiciona tus sentimientos y tus acciones, tu vida, es una musiquilla de fondo que apenas se escucha, como el ronroneo de un atasco en la distancia. Un leve telón oscuro que cubre casi todo lo que va sucediendo sobre el escenario que se abre frente a tus ojos.
Al igual que no notas las gafas sobre el puente de la nariz o los calcetines en tus tobillos, lo más difícil es darte cuenta de estos micro pesimismos. Estate atento a pillarlos y, te será bastante fácil cambiarlos. Si los descubres, te será sencillo decirte: “Pues es verdad, es altamente improbable que el coche me deje tirado en las vacaciones, ni que en una hora no encuentre un parking con plazas”.
Atento también a otros micro pesimismos aún más elegantes. Aquellos que convierten las afirmaciones en negaciones. Cuando has tenido un día bueno, dices no haberlo tenido malo. Si te ves guapa, dices no ser fea. Sí la comida te ha salido rica, afirmas que puede comerse. Esta, es una forma muy sutil de no disfrutar ni de los días soleados.

Cuídate de tus micro pesimismo, y cuídate de todos los micro pesimismo que otros te quieran regalar. Una estrategia muy común del micro pesimismo es coger la excepción y convertirla en regla, de esa manera, a uno le es muy fácil sobre estimar la posibilidad de ser un desgraciado. ¡Qué fácil nos resulta convencernos de que las cosas nos irán mal!
Estamos viviendo una época abundante en micro pesimismos: No falta el recuento diario de muertos, pero hace meses que no ponen la alegría de unos padres cuando su hijo nace. Vemos quejarse al currante que han despedido, pero nadie entrevista a los que están contentos en su trabajo. Si un 0,01% de los hombres matan a sus parejas, o un 0,01% de los que se vayan de vacaciones perderán la vida en un accidente de tráfico, le dedicarán horas, horas y más horas a recrearse en cada fotograma del drama, pero mujeres hablando de lo maravilloso que es su hombre apenas tiene público. Y luego está la incombustible orgía de la pandemia, cuyo ojo del huracán parece haberlo absorbido todo de un manto lúgubre que no deja brillar ninguna flor en toda la tierra, cuando en innegable que la luz siempre encuentra su camino en medio de la oscuridad. De hecho la pandemia no es un alma siniestra montada en su corcel negro, como tampoco es Heidi de paseo por los prados. La pandemia, es lo que es, no hay mucho más que hablar de ella que dejar que pase.
En fin, los ejemplos son casi infinitos. La desgracia, la muerte, la traición, el dolor, el odio, es innegable que enganchan, sólo tenemos que ver qué tipo de cine, series y libros consumimos. Nadie dedicaría dos horas a ver una película dónde todo es felicidad. Lo entiendo, pero entonces recuerda que los medios de comunicación, y sus esbirros, aquellos espectadores que sin darse cuenta han sido absorbidos por sus micro pesimismos, están haciendo ciencia ficción. Hacen metástasis de la tristeza. Si te dejas arrumar por ellos, te será muy fácil caer en la creencia de que tu existencia pende de un hilo, el caos deambula al acecho, y sin darte cuenta, integrarás en tu discurso micro pesimismos que migaja a migaja, te irán quitando el brillo de los ojos.

 

Reverso.