No es Walt Disney

Estoy en la panadería cuando el hombre de delante, da 50 euros para pagar dos rosquillas de 50 céntimos cada una. Obviamente a la tendera le viene mal, pero qué iba a hacer este hombre si no tenía un billete más pequeño y le apetecía meter un poco de dulce al día que tenía por delante.
El caso, es que cuando salgo de la panadería me encuentro al hombre entrando literalmente en el portal de al lado. Por supuesto no tiene porqué hacerlo, pero seguro que la señora panadera habría agradecido a este hombre que hubiera subido a su casa a coger un billete más pequeño.
Alguien me dirá que vivo en los mundos de Yupi, que sí voy fumado o me creo que estoy en una película de Walt Disney dónde todo es bondad y alegría. Me argumentará que él tiene problemas de verdad: sus padres son viejos, tiene cáncer, no tiene trabajo o trabaja doce horas para ganar una mierda, que su pareja le ha dejado, que está muy gordo o muy flaco, que tiene poco pelo dónde quiere tener mucho y mucho dónde debería haber poco, vamos, que no está para mundos de fantasía habitados por inocentes duendecillos.

A esta persona le diría dos cosas.
La primera, que le estoy pidiendo que suba a su casa por las escaleras lo cual le vendrá bien a su corazón, coja una moneda y vuelva a bajar animosamente por dónde ha subido, no que se meta un cactus gigante de Arizona por el culo.
Esta desviación de su ruta inicial le llevará dos minutos. Entiendo que estamos sujetos a ritmos vitales propios de la Fórmula Uno o de la NASA, y que retrasarnos dos minutos, tristemente, no es la nimiedad que a primera vista pueda parecer; pero es que yo no hablo de todas las veces que nos viene mal y no lo hacemos, sino de las veces que podríamos hacerlo sin que nos cause un gran trastorno y aún así no lo hacemos.
Lo segundo que le diría, es que precisamente si su vida se desmorona, o al menos así lo siente, qué mejor que dedicar unos minutos a facilitar la vida a otra persona y así conseguir que el mundo nos devuelva una imagen más amistosa que la realidad a la que nosotros por necesidad nos estamos enfrentando. Si el lienzo es negro, cualquier brochazo de color será bienvenido.

Es bonito ser generoso por altruismo, pero es de inteligentes serlo por egoísmo.

El rumor del olvido.