Iros al cuerno

Recientemente he reservado un hotel para diciembre. ¡Para diciembre! Ya voy bien de ir unos pasos por adelantado, ¿no crees?
Al día siguiente de hacerlo, el portal a través del que he hecho la reserva, me ha mandado el siguiente mensaje: “¿Rafael, preparado para hacer tu siguiente viaje? Aquí van unas recomendaciones de alojamientos que pueden interesarte”.
Dejadme en paz e iros al infierno. Ya puestos ofrecedme el parte meteorológico del próximo verano, el psicólogo al que iré cuando mi mujer me ponga los cuernos, dadme unos paquetes de clínex para cuando pille más pronto que tarde a mi hija de diez años zumbando con dos mulatos en mi cama, y por favor, no olvidéis un muestrario de los distintos lacados de las urnas dónde voy a acabar. Sois muy pesados, pero que muy pesados.
Bastante tengo con retener mi galopante cabeza, ya me cuesta disfrutar del ahora sin flirtear con el después, para que no habiéndome dejado disfrutar de mi reserva de hotel ni 24 horas, con lo que gusta viajar en la imaginación por anticipado, ya queréis que lo relegue por otro placer.
Queréis convertirme en un pobre cocainómano bulímico ávido de experiencias vitales. Insaciable e insatisfecho cuánto más llenos estén sus bolsillos. Lo dicho, ya os podéis ir yendo al cuerno.

El rumor del olvido.