¿Porqué debes cogerte vacaciones?

Hay que tomarse, en la medida de lo posible, vacaciones de todo. Y especialmente, de aquello que amamos.

Hay que tomarse vacaciones de los amigos que durante todo el año te han escuchado y con los que tantas risas y conversaciones has compartido.
Hay que descansar de esos hijos que tanta faena dan como llenan de sentido una vida.
Me pregunto cuántas parejas no se divorciarían si pudiesen estar un par de meses sin verse. Dejando por un tiempo la rutina del viaje compartido, para después de acariciar la soledad, volver al abrazo de quiénes tan bien se conocen.
Qué maravilla perder de vista tu hogar. Ese espacio que a base de rozarse con él, no dejando esquina que no haya cogido tu olor, como los gatos que se restriegan con todo lo que surge a su paso, es una prolongación de tu ser y el faro en el que siempre encuentras refugio y dirección cuando lo de fuera te aburre o abruma. Vete para notar como una parte de ti no deja de querer volver a él.
Tu ciudad, pueblo o aldea. Conocer sus calles, montes, tiendas, edificios y ríos te aporta la familiaridad de quién camina por un planeta demasiado grande, asaltado por demasiadas personas que no sabes ni cómo se llaman. Irse una temporada no sólo amplía tu mente con las nuevas calles, montes, tiendas, edificios y ríos que descubrirás, es que al volver a tu ciudad te será más fácil valorar su belleza.

La mayoría de las cosas que te gustan, por continuidad, al disfrutar de ellas día sí día también durante todo este año, inevitablemente sucumben a la niebla de lo previsible, de lo conocido, eso que no deja ver por tenerlo demasiado tiempo en frente. Rutina lo llaman. La felicidad tiene que aparecer algo desdibujada para poder ser apreciada en su justa medida. Si el trazo es demasiado fino o enrevesado se le pierde la pista, la sombra del desánimo no tardará en aparecer, pero si es demasiado evidente perdemos interés y acabamos mirando para otro lado aplastados por la sombra del hastío. Para eso te tomas vacaciones, para dejar de ver por un tiempo el cuadro que forma tu vida y al regresar, entregarte a su contemplación, y a continuar pintándolo, con la alegría y energía que se merece.

Por todo esto, como uno de los colores que más aprecio de mi cuadro es escribir, y ayudar a las personas que acuden a mi consulta, me despido hasta septiembre de todos vosotros. Es bueno para ambos que dejemos de vernos un tiempo. Olvidémonos de la vida que hemos hecho durante once meses, y volvamos a encontrarnos con la ilusión de tener un año por delante que compartir.

Lo mejor de irse, es poder volver. Lo mejor de estar, es saber que volverás a irte.

El rumor del olvido.