Maestros

He pensado, que después de unos meses trabajando en la sección Mis maestros, estaría bien hacer algunas aclaraciones.

El maestro más sabio, si tiene un tonto delante, arderá en las hogueras del ninguneo. La frase es bonita, pero no es cierta. Que no valore lo que tú valoras no me hace tonto, sino distinto.

No existe el maestro universal. Llamamos maestro a quien tiene una lección muy valiosa que ofrecernos en una materia, pero al no existir un gusto colectivo por las cosas, no existe tampoco un maestro compartido por todos. El maestro que inventó la video llamada deja tan indiferente a unos, como a otros el maestro de la pesca con mosca.

Otra peculiaridad de los maestros, es que no tienen que serlo en todo. De hecho, lo más normal es que lo sean en una sola cosa. Así, un etarra puede dar una lección de generosidad salvando a un niño que se le lleva la corriente en una playa, y al día siguiente poner una bomba que reventará las tripas al padre de algún hijo. Si el ejemplo del etarra se te hace lejano, piensa que Rafa Nadal es un maestro del tenis, pero con seguridad hay muchas mujeres y hombres que son más maestros que él en el cuidado cotidiano de sus seres queridos. Si eres tan majo con todo el mundo, y eres de los mejores jugadores de la historia, por matemática pura, no puede quedarte mucho tiempo para tus hijos y amigos.

Ser maestro, por tanto, no implica que seas un modelo de ejemplaridad en todo y siempre. No buscamos dioses ni guros que seguir, tan solo extraer aquellas lecciones valiosas que hay detrás de cada una de las personas que te rodean. Sin excepción. Si no eres capaz de sacar una lección valiosa de aquel que tienes al lado, no tengas duda que el problema está en tu mirada, no en él. Seguro que para criticarle te vienen rápido unas cuantas ideas a la cabeza. ¿Por qué? Porque tienes mucho más entrenado el cerebro en destruir que en construir. Sacar lecciones útiles requiere de cierto esfuerzo, cierta predisposición; cagarte en los muertos de alguien cuando te mete el dedo en el ojo es mucho más intuitivo. 

Uno de los rasgos psicológicos más importante es la atención. Solo existe aquello que vemos. No importa lo rico o feliz seas, sino lo rico y feliz que sepas que eres. No digo que no sea importante, pero todo está montado para que tu atención se dirija a hombres que matan a sus mujeres e hijos, variantes de virus que se burlan de las vacunas y amenazan con la extinción de la humanidad, conflictos bélicos, incivismo, crisis, paro, vejez y la Rociito. Resumiendo, todo está ideado para convencerte que habitas un mundo de mierda donde todo es un asco: los que trabajan se quejan de la tiranía de sus jefes o de la vaguería de sus empleados, y los que están en paro protestan del tiempo libre y la falta de oportunidades; los que tienen pareja se quejan de la falta de libertad, la monogamia y el orden, los que no la tienen de la soledad, la masturbación y lo caro que les sale pagar el alquiler; los que viven en la ciudad maldicen el ruido, y los que lo hacen en el campo de los atascos para acceder a la ciudad; los que tienen hijos se lamentan de la falta de tiempo, los que no, de no ser capaces de dar un sentido mayor al tiempo que tienen; los jóvenes se quejan de ser unos incomprendidos y los viejos de que nadie se tome ni siquiera la molestia de comprenderles; los enfermos no dejan de mirar una y otra vez la parte de su cuerpo que falla, mientras los sanos no dejan de mirarse la parte del cuerpo sana atentos al primer indicio de que podría empezar a fallar. Y como ya hemos dicho que solo existe a lo que le prestamos atención, pues normal que vivas convencido que habitas una tierra horriblemente hostil.

De aquí nace la idea de escribir Mis maestros. Quiero ayudarte a que, entre la inmensa masa de desgracias que dicen que te inundan, seas capaz de sacar un rayo de luz que lleve tu atención a otros lugares más amables. No negamos lo malo, tan solo no le damos el monopolio ni nos emborrachamos de él. Las lecciones de los maestros no sustituyen las heridas y desventuras, las complementan.

R.R.R.

Hay quien ve en esta imagen personas mentirosas, egoístas, infieles, dañinas, trepas, egocéntricas, rencorosas, violentas, retorcidas, ambiciosas, estúpidas y falsas. Yo veo a esas, a las otras, y de todas ellas: una lección que aprender.