La oportunidad

Ahora que poco a poco vas recuperando la vida que habías dejado en barbecho, tienes una buena oportunidad para instaurar como estables algunos cambios que has introducido en esta crisis. La cuarentena te ha ayudado a no ver a tu amante, conducir más tranquilo, ser menos agresivo con la gente más que nada porque no te relacionabas con ella, hacer deporte, ir más despacio por la vida, tener más tiempo para ti o ser menos ambicioso y consumista. Si durante la cuarentena has encontrado la forma para que tu camello te siguiese pasando coca y no quieres dejar las drogas, pues sigue con ellas. Obviamente no te lo recomiendo, pero este miércoles quiero hablarte de los hábitos que quieres dejar y no puedes, no de aquellos que a pesar de los pesares deseas mantenerlos.

Las primeras tres semanas que el sexo clandestino, el perico o la sobre estimulación de trabajar doce horas al día, no corren por tus venas, son las más difíciles de llevar. Ahí es cuando el mono se sube con más garbo por las paredes. Luego no es que sea un camino de rosas, pero el que logre expulsarlo de su sangre durante tres semanas, debe saber, que habrá superado una de las fases más difíciles del cambio.
También debo aclararte, que la crisis del Covid es una Nochevieja venida a más. De los nobles propósitos hechos el 31 de Diciembre, unos meses después queda poco más que la funda poética que envolvió el énfasis de esos proyectos de Año Nuevo. Las emociones son grandes impulsoras del cambio, pero lo son del inicio, no del mantenimiento, algo que nace de la voluntad y la paciencia. Tatuarse “Sé feliz” en la nalga izquierda es fácil, sólo hay que pagar y aguantar el dolor un par de horas, ser feliz es un trabajo bastante más laborioso. Los deseos del 31 de Diciembre están bañados en champán, como los del Covid lo están del júbilo propio de aquel soldado que vuelve airoso del frente a su hogar. Cuando se han visto pasar las balas tan cerca es inevitable replantearte el sentido de tu vida.

Mi pronóstico, si es que esta pandemia no nos atiza mucho más de lo que lo está haciendo, es que la colleja recibida retrasará que el 90% de las máquinas para correr acaben olvidadas en dos meses en lugar de en uno. No me parece ni mal ni bien, ni deseo que la hostia sea mayor para que interiorices la lección, sólo digo, que las probabilidades de que vuelvas a las andadas son altísimas.
Dicho esto, no podemos negar la gran oportunidad que se te presenta. La mejor en toda tu vida probablemente. ¿En qué otro momento te han obligado a dejar de correr con el coche durante setenta días o no fumar en el trabajo?
Queda mucho por hacer en tu mundo interior, pero es un magnífico punto de partida. No podría serlo mejor. Aprovéchalo. Algo que sólo lograrás si no caes en la maternal trampa de tatuarte: “El Covid me cambió la vida”. No, el Covid te colocó en una ventajosa poción de salida, si te despistas y no trabajas duro, cuando te quieras dar cuenta estarás con los pies en el mismo camino de siempre, protestando por las mismas cosas de siempre.

Esta pandemia no nos hará más fácil cambiar, pero sí nos coloca en un maravilloso punto de partida para cambiar. Date prisa, esta virtud es provisional…

Reverso.