Niños cabrones

Los niños son unos cabrones, no vamos a negarlo; y cuánto más pequeños, más cabrones.
La verdad es que los niños no son ni crueles ni cabrones, son seres vivos sanos y como organismos saludables, buscan acercarse al placer y huir del dolor. Cuando en mitad de sus dibujos les dices que apaguen la televisión y se vayan a dormir, hacen lo único sensato que cabe esperar: no hacerte ni puto caso. Y cuando se lo dices dos veces, por dos veces no te harán ni puto caso. Llegados al punto que el progenitor aparece por allí y hace uso de su autoridad presionando el fatídico botoncito de apagado, el niño, gracias a dios, vuelve a hacer lo único que debe hacer un ser inteligente y con ganas de vivir: mandarte a tomar vientos. ¿Acaso si consigues milagrosamente darte un revolcón con Brad Pitt y aparezco yo a mitad de incursión quitándotele de encima reaccionarías distinto? Claro que no, porque no es que te haya sabido a poco, es que quieres pasar el resto de su vida lamiendo su piel y siendo lamida, o lamido, por él. No me digas que no sería para darte una torta si respondieses: “Rafa, lo entiendo. Esas eran las normas que acepté. Veinte minutos con una prologa de gracia de cinco minutos. Ya han pasado treinta minutos y aquí sigo con él dentro de mí. Siento mi infantilidad, mi resistencia a devolvértele. Toma. Gracias de nuevo por haberme dejado retozar con él treinta minutos, y perdona de nuevo por haber sido tan cría y desagradecida por haber abusado de tu paciencia. La próxima vez, cuando el reloj marque los veinte minutos pactados me desharé de él aunque tenga que hacerlo a mitad de las convulsiones del orgasmo”.

No digo que no haya que quitarle la televisión al niño, todo lo contrario: no te desautorices diciendo diez veces que vas a hacer algo que no haces, y hazlo a la segunda que lo dices. Ninguna mujer en su sano juicio dejaría escapar a Brad Pitt, si no tomamos cartas en el asunto este buen hombre será secuestrado de por vida. A los humanos, tengan estos la edad que tengan, a veces hay que ayudarles a parar. Lo que te digo es que no te lleves las manos a la cabeza cuando tu hijo no facilite la maniobra.

La frustración es algo que lleva toda la vida perfeccionar, ayuda a tu hijo a conseguirlo. Hacerle sentir un inepto y una mala persona porque su instinto natural le lleva a buscar el placer y huir del dolor no va precisamente en la línea de ayuda que decimos. Quítale la tele, castígale si se excede en su enfado, pero no le mires como si fuera un loco cuando protesta con todas sus ganas porque le han quitado lo que más desea hacer en ese momento.
La próxima semana te explico por qué los niños tienen una lengua tan despiadada cuando pelean con los adultos, de momento piensa que un niño que se caga en todos tus muertos un minutejo da señales de mayor salud emocional que aquel otro que acepta de buena gana que le quites el bollo cuando lleva la mitad.

Ayuda a tu hijo a convertirse en adulto sin arrebatarle la niñez.

El rumor del olvido.