Telediarios adictivos

Los telediarios son peligrosos. No es una broma ni una exageración, un mal uso de ellos puede alterar seriamente tu percepción de la realidad y por tanto, tu vida emocional. No importa el mundo que vives, sino el mundo que percibes.

Hay que encarar los informativos como el tabaco, el alcohol, la pornografía, las apuestas o cualquier otra actividad que nos domine por encima de nuestra propia voluntad.

Yo entiendo a los telediarios y, no podemos criticarles mucho pues no dan otra cosa que lo que les pedimos. Son una empresa, quieren hacer dinero, si dar noticias agradables aumentase sus arcas, qué estúpido no lo haría. Nos dan sangre, porque es lo que vende, lo que piden nuestras fauces. Por mucho que lo neguemos, es lo que pedimos. Cualquier publicista puede darte los ratios de audiencia que lo demuestra. Por tanto no se trata de demonizar los telediarios, sino de regularlos y hacer un uso comedido de ellos.

No tengo televisión en el comedor ni en los dormitorios, por eso de fomentar la comunicación familiar. Accedo a los noticiarios a través del teléfono, me gusta ser yo quien decide qué ve, cuánto tiempo y, en qué momento. Vamos, tener el control. Con el comienzo del confinamiento, empecé a ver el telediario en la televisión del salón. Como una buena serie que te atrapa, así me sentía yo. El telediario estaba cargado de drama, era redundante y pesimista, y aún así, cuando llegaban las tres de la tarde, iba corriendo al sofá para sentarme delante del televisor. Sólo me faltaban las palomitas.

Acabó el confinamiento y después llegaron mis vacaciones de agosto. Cambié de escenario y de rutinas. En mi primer destino no veía el telediario pero me metía en internet a ver los periódicos. Aún así, estaba menos tiempo, no llegaría a quince minutos. Los veinte días siguientes de vacaciones, apenas vi un telediario o entré en los noticiarios por internet. Era como si me hubiese exiliado en una montaña dónde no llega la pornografía ni la farlopa. Me he ido  enterando de los grandes Hits a través de amigos o familiares: “Madrid se va a la mierda”, “La vacuna sigue su curso”, “La vacuna se estanca”, “En Wuhan ya no llevan mascarilla”. Obtener esa información me llevaba unos cinco minutos. Creo que algo menos. En cinco minutos se pueden decir muchas cosas, obtener mucha información, siempre que sepamos separar el grano de la paja. Por tanto, esas cientos y miles de horas que dedicamos a los telediarios, rumiantes, circulares y obsesivas, no aportan más que una visión pesimista de la vida y de nuestro entorno.

Es normal que nos enganchemos, a fin de cuentas, el telediario es una macro serie de Netflix. No sería lógico que yo, que escribo libros, arremetiese contra ellos, ya que no hay gran diferencia entre una obra de teatro, una novela, una película y los telediarios. A las personas nos gusta el drama, la incertidumbre, la pasión, la reconciliación, el agujero del que salimos, con más satisfacción cuánto más hondo y oscuro es éste. Los telediarios básicamente es lo que nos dan, problemas rodeados de chispitas de luz.

Hay que desengancharse. Es una cuestión de salud pública. No es ningún asunto baladí, no lo digo como una forma de hablar. Como terapeuta, afirmo que los telediarios tienen serias consecuencias negativas sobre el carácter de las personas. Si los consumes sin control,  te sucederá como con los libros, que acabas viviendo la novela como si fuera tuya.

Hay  que reconocer a los telediarios su talento. Logran lo que desea cualquier escritor, que el lector se sumerja tanto en la historia, que viva lo que viven sus personajes. Si ves demasiado el telediario acabarás viviendo una vida apocalíptica gobernada por pandemias, hombres que asesinan mujeres y horribles accidentes de tráfico. El mundo, se convertirá en un lugar realmente peligroso, aunque estés viendo ese telediario desde un iphone tumbado en tu cama de látex con el frigorífico lleno. De ahí que sea necesario que regules el tiempo que dedicas a los noticiarios. Por darte una referencia, aunque cuánto alcohol quieres beber es un asunto muy personal, quizás podrías ver dos o tres telediarios completos a la semana y, el resto del tiempo, hacer pequeñas incursiones en tu teléfono de pocos minutos. El 90% de la información que dan es redundante. Es muy parecida a la de ayer y se puede resumir en un par de párrafos. Tienes muchas cosas que hacer y poco tiempo para volver una y otra vez a las mismas misas.

“Ver telediarios de forma compulsiva puede perjudicar seriamente la salud. Haga un consumo responsable de ellos”. Gobierno de España.