Una pierna y tres cojones

Las situaciones a las que nos enfrentamos, apenas dan información sobre cómo van a afectarnos. Sí en los primeros compases de la emoción y en la primera parte del recorrido, apenas en el impacto final y la duración sobre nuestra existencia.

Hay miles de ejemplos para ejemplificar que somos creadores de realidades, cogeré el que se me presentó frente a las narices hace justo tres días.

El domingo conocí a un hombre que vamos a llamar, “Tres cojones”. Nos juntamos un grupito de gente para ir a escalar a la Pedriza. “Tres cojones”, esperaba sentado en una piedra. Presentaciones formales e iniciamos la marcha. En ese momento me percato que tiene solo una pierna. “¡Vaya!”, pienso. El camino para acceder a la pared es una hora andando a buen ritmo cuesta arriba por una senda desdibujada y escabrosa.

Lleva una mochila grande. Llena. Podríamos habernos repartido el material, pero, parece ser, “Tres cojones” debe opinar que porqué dejar que hagan otros lo que puede hacer él mismo. Pienso mi segundo, “¡Vaya!”.

Prácticamente lleva nuestro ritmo, y este no es bajo. De hecho, el grupo entero, con “Tres cojones” incluido, adelanta a algunas personas.

El camino es complicado, entre jaras, enriscándote, piedras mojadas, etc. ¿Tres cojones, va cansado? Por supuesto que va cansado. Se va cagando en todos nuestros muertos, pero entre maldición y maldición, un paso más. ¿Baja el ritmo? No, sencillamente coloca una y otra vez sus muletas y avanza rítmicamente su única pierna. Una hora y cuarto después, y solo cinco minutos después que los demás, llega él.

La escalada de la Pedriza tiene unas características especiales, adherencia, prácticamente incompatible con tener una sola pierna. “Tres cojones” es muy, muy bueno escalando en caliza desplomada, dónde se prima más la fuerza física y tener una pierna no penaliza tanto. Lo que ni mucho menos hace que no sea dificilísimo. Aunque hemos ido a un sector con algo de canto, ¿Qué hace “Tres cojones” en una vía tan técnica? Pues, “Tres cojones”, debe pensar que para qué hacer cosas fáciles pudiendo hacer las difíciles, porqué hacer lo que ya se le da bien teniendo tanto para mejorar en lo que se le da mal. “Vaya con tres cojones”.

Llega a un punto dónde es prácticamente imposible seguir sin una pierna. Lo lucha diez minutos. Se contorsiona, adopta posiciones inverosímiles, lleva al límite su fuerza física. Sube hasta dónde la caída sería dolorosa, decide bajarse dónde si se cayese podría hacerse mucho daño. Está, literalmente, a un metro de acabar la ruta. No puede, y “Tres cojones” se baja contento, no quejoso de haberse quedado tan cerca.

Tres horas después inicia el descenso con sus muletas, tan o más duro que la subida.

A “Tres cojones” le amputaron la pierna izquierda hasta la ingle hace muchos años. Ahora tendrá cerca de cincuenta. Cada quince días tiene que ir sin falta al fisioterapeuta para descargar la tensión a la que somete todo su cuerpo. Se esfuerza, asume riesgos, se queja poco, vacila al prójimo tanto como encaja los vaciles, mientras avanza con sus muletas exprimiendo las cartas que la vida le ha dado. Se adapta. Lucha.

¿Porque traigo a “Tres cojones” a nuestro manual para sobrevivir a una pandemia? Hace un año podías pasar los domingos jugando al tenis, en una pandemia, no queda más remedio que añadir a tu lista de aficiones los deportes de riesgo. Vivir, en estos tiempos, implica asumir riesgos. O aceptas ciertos riesgos, o no juegas. Por otro lado, encerrarte en tu casa y salirte de la partida un año, no deja de ser un riesgo que golpea de lleno tu mundo emocional. Por tanto, me temo querido amigo, que no hay salida. Solo puedes decidir dónde quieres arriesgar, porque una pandemia nos obliga a todos a reconciliarnos con el riesgo.

“Tres cojones” reúne algunas cualidades que considero más que nunca necesarias: valor, responsabilidad, ambición, humildad, humor, gratitud, ausencia de victimismo y, tener más cojones, u ovarios, que piernas. Ah, y perseverancia, porque estoy casi seguro que coincidí con él escalando en Cuenca hace veinte años.

Te las repito para que no se te olviden:

Valor.

Responsabilidad.

Ambición.

Humildad.

Humor.

Gratitud.

Ausencia de victimismo.

Cojones y ovarios. Basta con un cojón u ovario, si es de pata negra.

Perseverancia.

Nos pasamos la vida pidiendo a dios y a la suerte que nos de piernas fuertes, que no nos ampute nuestras ilusiones, cuando mucho más importante que las piernas que nos sustentan es la actitud que nos eleva.

R.R.R.