El cuadro torcido

Tengo una “trampa” para mis pacientes obsesivillos. Es simple, pero bastante eficaz. Tuerzo un cuadro del despacho. No una barbaridad, algo que parezca creíble. La obsesividad va acompañada de rigidez: las cosas deben de ser como deben de ser. No parecidas a cómo deben de ser, exactamente como deben de ser. No serlo, se vive como una pequeña catástrofe.  Los cuadros no pueden estar torcidos.

En una primera sesión el decoro hace que callen en la mayoría de los casos, no en todos, pero según van cogiendo confianza, me van alertando de mi pecado. No es un error artístico, lo es moral, vital, existencial, de fondo, de personalidad y actitud. Un cuadro torcido es una vida torcida. Les cuesta contemplar puntos intermedios. Las cosas, las personas, la vida, o están rectas, o están torcidas. Como el cuadro de mi despacho está algo torcido, yo estoy torcido. Si no lo corrigen, creo que sienten, que mientras estén en ese despacho, algo en ellos podría torcerse también. Peligrosamente.

Es curioso el poder que tiene torcer ese cuadro. Ya da igual lo hermoso que sea su contenido, su atención, solo puede dirigirse irremediablemente a lo que está mal, al fallo, al desvío. No importa que haya dentro, todo queda absorbido por el pequeño gran detalle de estar torcido. Para algunas personas era tan desagradable la visión, que se levantaron de su silla a colocarlo. Quizás la mayoría no lleguemos a lebantarnos del sillón a colocar el cuadro de nuestro dentista, pero a muchos no nos son ajenas estas líneas. Lo sé, porque aún te duele haber visto escrito levantar con «b». Miras todo el párrafo, y solo ves «lebantar». Casi no importa lo que diga. El error, eclipsa el resto. ¿Berdad?

Una pandemia es un cuadro torcido. Las pandemias son muy irregulares en cómo afectan a la población, sobre todo cuando están formadas por cincuenta millones de personas. Supongo que el cuadro España oscila entre torcido y torcido de cojones según el espectador que entra al museo.  La enfermedad, la incertidumbre, la frustración, los agobios económicos son pesos que cuelgan de una esquina del marco torciendo el cuadro. El impacto de la pandemia depende de cuán torcido estaba el cuadro antes, y cuánto peso tiene que soportar. El primer factor lo atribuyo a factores internos de cada marchante, el segundo, a la suerte. De la combinación de ambos, sale el desvío de tu vida.

Salvo casos extremos, y aún en ellos, hay que hacer un esfuerzo por dirigir la mirada al paisaje que hay dentro del cuadro. Anteponer lo que está bien a lo que está mal. Lo malo, se mastica y se sufre, pero deberíamos intentar tener dos estómagos, de manera que la digestión de las piedras, interfiera lo menos posible en saborear la miel. Los solapamientos son inevitables, pero has de esforzarte en que las cosas que van rectas en tu vida, y son muchas, no queden ensombrecidas por las que van torcidas. Entiendo que si quiebras o se muere un ser querido, qué menos que ser ensombrecidas. En ese caso basta con que no sean engullidas.

Pero no todos tenemos el cuadro boca abajo, sino que no está tan recto como nos gustaría. Es una mirada que traemos desde niños, y bien sea por perfeccionismo y/o pesimismo, tomamos pequeñas desviaciones como grandes curvas.

Tanto si tu cuadro está torcido como boca abajo, intenta ver tu situación actual como una parte del cuadro cuya totalidad no alcanzas a ver. Antes o después, todos tendremos que contemplar un cuadro demoledor para la vista. No confundamos pequeños desvíos con tragedias, ni vivamos estas últimas como permanentes.

Reconozco que es difícil, pero ahora más que nunca hemos de trascender la mirada por encima de las imperfecciones. No se trata de negar la realidad, de convencernos de vivir en un cuadro infantilmente coloreado dónde no haya cabida para la pena o la ansiedad. No hay que huir de la tristeza, pero tampoco echar raíces en ella. Todos querríamos que el cuadro estuviese recto. ¿Cuánto de recto? Todo lo recto que sea posible. ¡Qué gusto cuando pintura y marco están en perfecta armonía, y cómo frustra cuando algo bello queda encapotado por un marco mal colocado! Dicho esto, no dejemos que cuando la mano del azar nos tuerza el marco, nos joda la vida. Eso solo podría lograrlo con la ayuda de nuestra propia mano.

Parece ser que hoy anunciarán nuevas medidas restrictivas para Madrid, que torcerán aún más el cuadro de todos, pero que afectarán más a aquellos cuyos negocios o ánimo están patas arriba. A veces no queda otra que aguantar y trasladar la mirada hacia el horizonte. La línea por la que el sol reposa su vientre anaranjado es perfecta. Lo que la hace perfecta no es su linealidad, sino el equilibro entre la rectitud del horizonte y la curva del sol. Ahora, en estos momento tan difíciles, solo ves que tu vida es una maldita montaña rusa que te pone boca abajo, pero cuando pasen los años y contemples la totalidad de tu vida, de tu cuadro, entenderás, que todo lo que ha acontecido en ella, todo, es un precioso paisaje dónde se abrazaban el sol y el horizonte; lo recto y lo torcido.

Sé que solo son palabras, pero es que no tengo otra cosa de valor que ofrecerte…