Un día sibarita

El miércoles anterior fue fiesta en Madrid, y cuando es fiesta, no hay que trabajar. Soy bastante fiel a esta norma, pero también soy flexible, y el nombramiento del nuevo presidente de EEUU me impulsó a escribir una entrada. El calendario por tanto me debe una, que pensaba tomarme por prestado hoy, pero como el cuidado de uno mismo no tiene que estar reñido con el cuidado de los demás, me sabía mal no presentarme sin haberlo anunciado. Quedas por tanto avisado que la semana que viene me tomo las vacaciones que las circunstancias me arrebataron, en este caso con mi permiso.
Al hilo de esto, que espero te sirva de ejemplo para que nadie ni nada te quite el descanso que te mereces, y que cuando así permitas que sea nunca dejes de cobrarte lo que te pertenece, a ser posible con intereses, quería comentarte lo que le pasó recientemente a una persona.

Carlos tenía algunos días libres en el trabajo aún sin gastar, y siguiendo las recomendaciones de mi padre decidió pasarse un día entero por Madrid. El resultado fue bastante regular. ¿El problema? Sencillo, en su cabeza los días entre diario son para trabajar, no para descansar. No paraba de decirse que lo que estaba haciendo no era correcto, que a esas horas uno debería estar ganándose la vida, no deambulando como un gandul por las calles de Madrid, viendo museos, tomándose una caña con una tosta de jamón con tomate o estar en el cine. No, la gente de provecho debe estar trabajando, no perdiendo el tiempo.
Pensarás que eso jamás te pasaría a ti, que tú estarías encantado de cambiar un lunes de oficina por sentarte en un banco del Retiro a ver la gente pasar. Puede ser, no te lo niego, pero igual tampoco has hecho la prueba. Porque no hablamos de no trabajar en verano, Navidades o fines de semana; tampoco sirven los días que son festivos para toda tu ciudad, ni aquellos que aprovechas el descanso para hacer recados pendientes o practicar tus aficiones haciéndote sentir útil. No podemos igualmente dar por validos esos días se asueto que hacen trampas al calendario laboral si son compartidos con otros prófugos de sus responsabilidades. No, son días entre diario en los que la idea es que recibas, sin dar; un día sibarita.

Desde niños os enseñan que de lunes a viernes se trabaja, y no es fácil para alguien de treinta o cincuenta años salirse de esa norma tan sensata, como insensato sería no poder abandonarla en ninguna ocasión. Llevas toda la vida siendo tan productivo, que te será difícil estar en paz en la improductividad. Y te recuerdo de nuevo, que estar dos horas meditando intentando conectar con el tercer ojo de tu alma debe entrañar una dificultad bastante alejada de la improductividad a la que yo me refiero.
Me dirás que lo que te pido ya lo haces los días de vacaciones, pero es que esos son los días que otros te han dicho que puedes hacerlo, y no veo porqué deberías estar siempre supeditando tu descanso a cuando otros digan que puedes hacerlo. Ya sé que no tienes tantos días libres que cogerte en la empresa, lo sé, lo sé, no hablamos de si tienes muchos o pocos, sino cuántos de los que tienes los usas para llevar el coche a pasar la ITV o llevar a los niños al dentista, y cuántos para sentarte un martes en el Templo de Debod a leer un libro, escuchar música o simplemente mirar aquí y allá durante horas.
Probablemente no sean muchos, y no sólo porque sientas que estás haciendo novillos de tus obligaciones, sino porque has perdido la facultad de estar en paz contigo mismo sin ser productivo. Pero éste, es un asunto para otro miércoles.

Con permiso del viento.