Los anti Joker

Esta semana he visto la película del Joker. Magnífico guión, fotografía y la actuación de Joaquin Phoenix, soberbia. Cuando salí del cine, más que agradecido por el mundo paralelo al que el director había sabido trasladarme, me empecé a preguntar qué lectura haría la gente de la película. Mis primeros interrogatorios confirman mis temores.
No voy a hacer spoiler. Sabemos que el Joker es el villano de Batman, que los villanos hacen villanadas y que detrás de toda persona desgarrada, hay una historia que le explica. Con estos datos podemos hablar sin destriparte nada de la película.
Es un clásico de Hollywood la trama en la que a una buena persona le hacen daño y esto justifica sus posteriores actos. El niño gordito del que se ríen en clase y éste, después de aprender karate o recibir la visita de un extraterrestre, encuentra la fuerza para patear el culo a sus verdugos. El padre de familia que mata a mil miembros de un cárter porque estos acabaron con la vida de su hija. Nos encanta la venganza. Eso de: “Yo soy buena persona pero si me jodes te joderé el doble”. Y el victimismo: “Me has destrozado la vida. Soy una marioneta a la que le has cortado los hilos”.

Llevo dieciocho años ayudando a personas que en algún momento de sus vidas el azar les ha escupido a la cara, por lo que una película dónde se les protege y llama la atención sobre su existencia, debería satisfacerme. Sí, esa es la parte que me gusta, pero no podría estar más en contra con el mensaje vengativo y victimista que algunos pueden interpretar de esta película.
A estas personas que vienen a mi consulta les han ridiculizado por gordos, flacos, empollones, gafotas, bizcos, narizotas, maricones, orejas de soplillo, frikis y cualquier rasgo que la cruel naturaleza de la temprana juventud no deja pasar sin castigar. Han tenido padres que les han pegado, olvidado, sobreprotegido hasta límites rocambolescos, vejado, humillados e incluso masturbado. Han perdido la vista por negligencias médicas, tienen enfermedades crónicas, han acudido a consulta sabiendo que el final era inminente y han perdido hijos. Violaciones, linchamientos, humillaciones públicas en aulas y trabajos… ¿Y qué hacen estas personas en una terapia? Se esfuerzan por construir su vida, no en destruir la de aquellos que les pusieron las cosas difíciles. Se hacen responsables de su guión. Reconocen la trascendencia de aquellos que escribieron en su biografía las primeras líneas, protestan, se enfadan y entristecen, pero dedican sólo una pequeña parte de su energía a la queja y la venganza, lo mejor de ellos mismos, la práctica totalidad de su energía, la vuelcan en construirse una vida, no en continuar con aquella que otros ayudaron a romper. Es un reto ambicioso como pocos, lo que no hace sino engrandecer su sombra. No se quedan de brazos cruzados cuando alguien les pisa el pie, toman medidas como apartarlo y si el otro persiste, le pisarán para que sepa lo que se siente. Ahora bien, si alguien les pisa el pie ellos no le reventarán la cabeza, y si les pisan, aunque doloroso, no caerán en la trampa de justificar todas sus desgracias en el hecho de que alguien les ha pisado el pie. Tampoco olvidan que si se les ha roto el hueso del pie es por la suma de pisadas, no por la fuerza de una única pisada. No hay dos mujeres que reacciones igual ante una violación. ¿Por qué? Porque son muchos los factores que influyen en la salud de un pie, y al menos la mitad tienen que ver con nosotros.

No suelo ver películas de superhéroes, pero sé a ciencia cierta que existen. Los veo a diario en mi consulta. Otros son invisibles y llevan su lucha de incógnito. Lo mismo me da, las formas de buscar la felicidad son variadas y, si te funciona, cada cual que escoja la que mejor le vaya. Estas personas son los anti Joker. Seres que han sufrido, que sufren, pero que saben que la solución está en ellos, no en otros. Construyen, no destruyen. Se defienden llegado el caso y saben poner límites, no castigan bajo el mandato del Antiguo Testamento sin piedad ni medida. Les duele que la sociedad a veces no les apoye, pero aceptan que en última instancia son ellos los que deben ayudarse a sí mismos, no sus amigos, familiares o gobernantes. No son críos frágiles que se encabronan y lloriquean ante las circunstancias, son adultos poderosos que no temen llorar ni enfadarse, pero que entienden que la mejor forma de adaptarse a las circunstancias es bailar con ellas. Estos Anti Joker no han venido a salvar el mundo, han venido a no dejar que el mundo les destruya y para lograrlo, sólo tienen que construirse a ellos mismos.
Querido Joker, entiendo tu dolor, y aunque el camino tomado te aportará grandes satisfacciones a corto plazo, a costa de grandes sufrimientos ajenos, me temo que antes o después tu sistema no te servirá. Reventar cabezas es como tomar alcohol, sumerge el problema apartándolo de la vista, pero no lo elimina. Cuando te canses de desmembrar cuerpos sin encontrar la paz que buscas, más allá del agradable chute del momento, prueba a hablar con algunas de las personas que están haciendo una terapia. Seguro que ellas te comprenden y saben ayudarte a probar algo distinto.

El rumor del olvido.