Madurar debería ser no dejar de cuestionarse lo que damos por hecho
no hay que cuestionarse, cuando suele ser justamente lo contrario, cuestionarse las cosas hoy para no volver a cuestionárselas jamás.

Madurar debería ser no dejar de hacerse preguntas, no coger mañana por válidas las respuestas que nos valieron ayer.

En lugar de vivir con la incertidumbre, y a menudo con la angustia, de no saber, preferimos simplificar la vida y tomarla como un infantil juego de opuestos: blanco y negro, bien y mal, bueno y malo.

No, la madurez no es una fruta que cae con los años, es una habilidad que asciende con la práctica. Los años sólo te dan la oportunidad de repetir muchas veces un mismo hábito, pero ese hábito no tiene que ser necesariamente saludable.

La madurez es una actitud y como tal, no se llega a ella porque lo marque el calendario, sino por cultivar un pensamiento que siempre anda dispuesto a escuchar a quién le contradiga.