Déjame enfadarme

Si los cuchillos pueden servir para liberar a un cervatillo que se ha quedado atrapado en una linde o para matar a una mujer, la psicología no es una excepción. No es una herramienta per se inherentemente buena, su bondad o nocividad dependerá del uso que se le dé.

Es verdad que hay personas que si no nos protegemos, nos castigarán demasiado duro y, demasiado tiempo, por nuestros errores. De cómo no ser víctima ni verdugo de esta circunstancia hablaremos en otro momento, hoy quiero dirigir tu atención justo en la dirección contraria: lo mal que a veces llevas recibir las consecuencias que se merecen tus actos y, cómo puedes hacer un mal uso de la psicología para escaquearte.

Un día se te cae un plato al suelo y tu acompañante te pone mala cara. Entonces, le contestas: “¡Qué pasa, que a ti nunca se te caen las cosas! ¡Soy un ser vivo, en movimiento y, quién se mueve, se tropieza!”.
La verdad es que somos muy graciosos. Menudo espich de autoayuda le hemos soltado sólo porque nos ha mirado mal. ¿Qué queremos, que se nos caiga el plato y nos aplauda? Sí, podría no decir nada, pero tampoco nos está empujando al suicidio o la heroína.
Frases brutalmente ciertas y constructivas pueden ser muy mal usadas. Si cuando se nos cae un plato y nos miran mal apelamos a que somos seres falibles e imperfectos que inevitablemente cometen errores, más parece que estemos usando esos mantras para quitar al otro el derecho a enfadarse.
Cuando sólo estén manifestando su molestia porque has llegado tarde o has perdido sus guantes, no entres en mayores posturas defensivas. Cuidado de no usar la psicología para encubrir tu sensibilidad a la crítica.
Por supuesto que eres humano e inevitablemente cometerás errores. Ni te estoy diciendo que no sea así ni te estoy despreciando por ello, pero, podré molestarme digo yo porque me hayas arañado el coche, ¿no?

Tu humana imperfección no me quita mi derecho a que me molesten tus imperfecciones. No es culpa mía si te machacas con mis palabras por no saber darlas el peso adecuado. No quiero destruirte, sólo expresarme. Si esto te duele, algo me dice que por mucho que lo grites eres tú quien no llega a creerse que no es horrible cometer errores.

El rumor del olvido.