Matemáticas

Cerramos por el momento con este miércoles el ciclo dedicado a las parejas. Volveremos, que dan mucho juego.

Vamos a refrescar un poco la tabla de las sumas y de paso, la lingüística.
Familia, pareja, amigos, individuo.
Si no me quedase más bemoles que elegir una sola de estas composiciones humanas, elegiría la familia. Dicho esto, si cuando tienes hijos afirmas tener pareja, no estaría mal recordar que la pareja son dos. Ni tres, ni cinco. Dos.

Esta regla matemática está tan clara antes de la paternidad como confusa se vuelve tras ella. Del vientre de la mujer no nace un niño, nace una palabra de una belleza casi celestial: la familia. Pero al hacerlo, si no se gestionan bien los tiempos, se extermina un constructo no menos hermoso: la pareja.

Aquellos que esperen a que sus hijos sean adolescentes para cuidar la pareja, corren el riesgo de encontrársela en ruinas después de tanto tiempo descuidada. ¡Pero qué bonita que es la familia! Sí, pero también lo son la pareja, el individuo y los amigos. Por hermosa que sea esa fortaleza que crean unos padres y sus hijos entorno a sí, no debe acaparar toda la existencia de una persona, ya que si no, dejará de ser persona. Recuerdo aquí que una persona es la suma de sus partes, no una sola parte que acapara todo.

No me cuentes las quejas. Cualquier padre las conoce. Cómo serán los inconvenientes que no podemos tachar a los que fracasen en este proyecto de débiles y cobardes. Pero no las uses para justificar tu pasividad.
Búscate la vida como puedas, pero si quieres hablar con propiedad y seguir diciendo que tienes pareja, has de dedicarle un tiempo de calidad y exclusividad.
El mensaje no podía más sencillo e indiscutible. La pareja son dos.

Nada es tan bonito como para que merezca la pena cerrar los ojos a todo lo demás. Y el que diga que sí no es un artista enamorado de la belleza, es alguien temeroso que no quiere enfrentarse a los esfuerzos de alzar la mirada.

El rumor del olvido.