Vuelta al cole

El verano llega a su fin…
Parece ser que las cosas tienen que tener una caducidad para disfrutarlas, una puta verdad que no es menos puta por ser verdad. Espero que tengas una depresión postvacacional moderada, no quiero que te suicides por tener que volver al trabajo, cagar en el mismo retrete, mantener las mismas conversaciones y andar por las mismas aceras, pero si estás desencantado con el hormigón y el hastío de tu ciudad es una buena señal: ¡lo has pasado en grande! El que no tenga aunque sea unos tímidos brotes de depresión postvacacional es porque no tiene sangre en las venas o sus vacaciones han sido una porquería.
Aunque ayuda que hoy mismo te pongas a planificar tu siguiente viaje, debemos tener cuidado de no pasarnos 330 días en berbecho dejando la felicidad para los 30 días que nos corresponden de vacaciones al año; por mucho que disfrutes esos 30 días no salen las cuentas.
También dicen que ayuda a normalizar la situación volver a las rutinas cuanto antes, hacer ejercicio y demás, no me cabe duda, pero yo añadiría algo más. Después de tantos años de escolarización es imposible quitarse de la cabeza que los años comienzan en Septiembre, no en Enero, y por tanto este mes es un símbolo idóneo para los buenos propósitos. ¿Sabes porqué te da pereza volver de las vacaciones? Porque en esencia, y en su mayor parte, la vida de los adultos es realmente aburrida. Y no lo es porque no sea interesante, sino porque el atractivo de las cosas se va por el alcantarillado cuando las repites una y otra vez, una y otra vez, sin apenas modificaciones. No te animo a que dejes de fumar, seas menos petardo, mejores la comunicación con tu pareja o te estreses menos en el trabajo por los beneficios directos de hacer o dejar de hacer esas cosas, sino porque mientras sigues esos propósitos estás metiendo nuevos olores en tu vida, porque la rutina y los automatismos siempre acaban oliendo a hacinamiento.

Igual eres de los que dices que llevas bien el orden y las rutinas; de primeras te felicito por no padecer mi alergia al letargo, de seguido te digo que me recuerdas a los leones del Zoo cuando se dirigen perezosos a la valla a que les sirvan una cebra troceadita sobre un plato. ¿Esos leones son felices? No creo. ¿Infelices? Tampoco lo creo. Simplemente esos leones no son leones, aunque ellos crean que sí porque rugen y tienen melena.
Pasar la vida como un león rebelde dándose de tortas con los barrotes de la jaula es de tontos, más nos valdría aprender que en la vida siempre habrá monotonía y estancamiento. Hacerlo como un león adormilado por la soporífera domesticación de la buena vida, un desperdicio. Seguro que eres capaz de disfrutar de tus rutinas de siempre, pero meter alguna novedad que rejuvenezca tu melena. Con el tiempo se convertirá en una rutina más, pero entonces llegará el próximo Septiembre y podrás volver a ilusionarte con algo nuevo que cazar.

Con permiso del viento.