Es curioso como en una misma persona podemos encontrar compartiendo el mismo espacio emociones tan antagónicas como el amor y el odio, el egoismo y el altruismo, la fuerza y la debilidad, la envidia y la generosidad o la exigencia con la permisividad. El verdugo, cuando se acerca su final, nos acaba generando lástima mientras que el bondadoso suscita nuestro recelo desde el principio. No es raro que alguien a quien amamos acabemos por no hablarle, y aquel otro a quién no entendimos ahora sea nuestra alma gemela, a veces sucede lo contrario. Estas posiciones encontradas en la distancia de los extremos, mudan de un lado a otro del tiovivo con la misma facilidad que los árboles prestan sus hojas al fértil suelo sirviéndole de abrigo para afrontar el duro invierno. Unos humanos son más estables que otros, claro, pero cuanto más te alejas de ellos, cuando el juicio viene de un libro escrito por el viento, cuando alguien así es el encargado de escudriñar en vuestro interior, los buenos y los malos, los sanos y los perturbados, vuelven a estar más cerca los unos de los otros de lo que nunca quisieron. Agua y fuego, fuego y agua. ¡Cómo conciliar el agua con el fuego! ¡Cómo hacer que llueva a gusto de todos! ¡Cómo conseguir que mi beneficio no sea en perjuicio del prójimo! ¡Cómo! ¡Cómo! ¿Cómo puedo entender este mundo y a sus gentes si a menudo no me entiendo ni yo mismo, cómo puedo saber que lo que veo es lo que es y no lo que quiero ver, lo que me interesa ver? Yo no lo sé amigo, son demasiadas preguntas para que puedan ser respondidas por una sola persona, por un libro, pero no por ello dejaremos de intentarlo.
Entre preguntas, incongruencias, pasiones y dudas empezamos un nuevo año, un año precioso. Todos lo son. Este es mi primer comienzo de año con vosotros, y son varias las cosas que me han llamado la atención. Lo primero que me resulta curioso es que los humanos brindéis pidiendo amor, salud y dinero, cuando ninguna de estas cosas se piden, se conquistan. Lo siguiente que me ha hecho gracia es comprobar cómo las cosas que pedís este año son muy parecidas a las del año anterior, y serán igual de parecidas a las del siguiente, dejando clara constancia de la dificultad que tenéis para mantener vuestros proyectos cuando los efectos del champán y la buena compañía han caducado. Sigamos. Pedís dejar los malos hábitos como el tabaco mientras brindáis con alcohol, mejorar la comunicación con vuestras parejas mientras esperáis un mensaje en el móvil del amante felicitándonos el año o pasar más tiempo con la familia mientras miráis en un folleto el coche o la joya que queréis compraros y que obviamente requerirá un dinero extra que sólo puede salir de arrebatar más horas a vuestra familia. La verdad es que sois una especie bastante original no vamos a negarlo.
Es una lástima que los adultos sigan confiando en los Reyes Magos y en el ratoncito Pérez, es una lástima que algunos adultos sigan creyendo que con rezos y culpas las cosas cambiarán, y como no, es una lástima que penséis que podéis alimentaros de preciosas ideas y no de laboriosas acciones, pero lo que no es una lástima, todo lo contrario, es asombroso, es la capacidad de los seres humanos para aprender, para rectificar de sus errores, para cambiar la dirección de sus vidas cuando éstas parecen condenadas.
Me parece bien dejar los buenos propósitos para el comienzo del año, siempre y cuando nos encontremos a veintinueve de Diciembre, veintiocho como mucho. No, no creo en los buenos propósitos de cambio de temporada. Ya sé lo que solemos argumentar: “que esa fecha es un empujón, una excusa para empezar”, pero si necesitas excusas y empujones maternales aún estás muy lejos de estar preparado para acometer un proyecto que en el mejor de los casos requerirá bastante esfuerzo y paciencia por tu parte. Teniendo en cuenta que nadie te asegura que mañana tus pulmones puedan robar el oxígeno al aire ni tus ojos acariciar la belleza que te rodea, piensa que cada día que te acuestas es fin de año, y cada día que tienes la inmensa fortuna de despertar año nuevo, y entonces y sólo entonces, estaré de acuerdo con los sanos propósitos de año nuevo. Hasta entonces deja de echar la lotería buscando que el azar cambie tu destino, deja de esperar el momento perfecto porque ese momento nunca llegará, deja de minimizar las consecuencia de tus actos, deja de culpar a otros de tus malas elecciones, deja de pedirle a Dios o a Buda que te ponga las cosas más fáciles, deja de hacer todas esas cosas para centrarte en lo único que debes hacer, actuar. Y para hacer esto cualquier día de todos los días que tienes por delante de tu corta y extensa vida es propicio.
¡Con Permiso del Viento y yo te deseamos feliz y comprometida conquista para cada día de este 2017!
Con permiso del viento.