Cuarentena. Capítulo 7

21-03-2020

      —¡Hola! —gritó Clara al salir a la terraza y encontrarse a Mateo encorvado con sus manos trasteando a la altura de su cintura.
    —¡Chuiquilla, estoy teniente, no sordo!
    —Era para que supieses que estaba aquí.
    —Ya te abría visto, ¿no?
    Al darse la vuelta, Clara pudo comprobar que estaba abrochándose el cinturón.
    —Ah, era eso.
    —Era eso, el qué.
    —Cada vez que salgo a la terraza, espero encontrarte masturbándote.
    —Descuida.
    —¿Has dejado de hacerlo?
    —Por qué iba a hacer semejante insensatez.
    —¿No se te quitan las ganas con todo lo que estamos viviendo?
    —En mis ochenta años he pasado por cosas que me han quitado las ganas no del sexo, de vivir. Si dejo que las desgracias me arrebaten el sexo, será cuestión de tiempo que me roben las ganas de buscar el aire que llenan mis pulmones. Como no sé qué imagen te has hecho de mí, te diré que no me la he machado en el tanatorio de mis hermanos.
    —Está bien saberlo –bromeó Clara.
    —Aunque lo he hecho en sitios muy raros. ¿Quieres saberlos?
    —No, no, gracias.
    —Me llama la atención que para la edad que tienes, a veces eres una chica poco curiosa.
    —No querer saber dónde se masturba un viejo no me parece de alguien sin inquietudes.
    —El saber no ocupa lugar.
    —Para qué iba a querer usar esa información.
    —Nunca se sabe. La información no ocupa espacio, pero hace que los ángulos de los espacios que contemplas se dilaten. Si conoces las opiniones de diez personas sobre una misma película, habrás visto diez películas en el tiempo de una. ¿No crees que eso te hará mejor guionista para cuando quieras hacer tu propia película?
    —Tiene sentido.
    —Entonces Clara, pregunta todo lo que quieras preguntar, a todo el que quieras preguntárselo.
    —No querría ser entrometida.
    —Tienes tanto derecho a preguntar lo que te dé la gana, como el otro a no responder.
    —Podrían molestarse por el simple hecho de ponerles en ese aprieto.
    —No eres responsable de las dificultades del otro para decir que no. Además, son tantos y, tan imprevisibles, los motivos por los que la gente puede pensar mal de ti, que no merece la pena intentar adivinarlos.
    —Los viejos sois unos descarados.
    —Porque después de llevar una vida entera intentado no molestar al otro, nos damos cuenta que seguimos sin saber qué le molesta al otro de nosotros. Preferimos dedicar nuestros esfuerzos a caerle bien a la muerte que a las personas.
    —Cojo la idea.
    —Es un buen primer paso.
    —De eso se trata, ¿no?
    —No se trata de tener claro que quieres comerte ese bollo, sino de coger el dinero, pagarlo y, cuando lo tienes entre tus manos, comértelo. Las ideas están muy bien, pero son los actos los que llenan el estómago.
    —¿Qué tengo que hacer entonces?
    —El idiota ese del dinosaurio te gusta, ¿verdad?
    —Es mono.
    —El día que se meta en tu terraza, mientras hables con él, métete el dedo en la nariz. Nada, un par de segundos.
    —¡Ni loca!
    —Entonces no servirá de nada que tangas las ideas claras.
    —Tú ya no te acuerdas de cómo se liga Mateo.
    —Aprende primero a ligar contigo misma y, después, lo otro vendrá solo.
    —Me lo pensaré.
    —Ya es algo.
    Clara se dio ligeramente la vuelta y se metió el dedo en la nariz. Por probar. Rápido desechó la idea. La propuesta de Mateo era toda una temeridad para una chica de diecisiete años.
    —¿Sabes que hoy ha entrado la primavera?
    —No Clara, fue ayer.
    —Ha entrado hoy.
    —Entró ayer a las cuatro de la madrugada.
    —Qué va. Es el 21 de Marzo.
    —Suele ser el 21, pero este año ha sido el 20.
    —Estoy segura, es hoy. No es por nada, pero de cabeza ando bastante bien.
    —Yo también.
    —Ya, pero no es lo mismo.
    —¿Ah, no? Y por qué, si puede saberse.
    —Hombre…
    —Ni hombre ni leches. Soy más viejo no más tonto.
    —No he dicho eso.
    —Lo has insinuado.
    —No seas cabezón Mateo, la primavera es el 21.
    —La primavera no tiene una fecha exacta, y el hecho de que tenga lugar un día u otro, depende del camino que nuestro planeta describe alrededor del Sol. Cuando esto sucede, la duración del día y la noche prácticamente coinciden. Por eso, a esta circunstancia se le llama también equinoccio. También conocida como Noche Igual.
    —Estaba convencida de que era el 21 de marzo. Me encanta la expresión Noche igual.
    —No siempre fue así. Mejor dicho, nunca ha sido así hasta hace unas decenas de años. Para concretar aún más, sigue sin ser así en la mayoría de los lugares de este planeta.
    —El qué.
    —El orden, el control, la predicción, la seguridad. Hasta ayer, para la humanidad la primavera siempre ha sido cuando las leyes de la naturaleza han dictaminado. Los calendarios eran orientativos, no mandatos que debieran cumplirse. Por así decirlo, en los últimos treinta años, en España, la primavera siempre ha sido el 21 de Marzo, lo que nos ha llevado a creernos, como no podía ser de otra forma si nos ceñimos a los hechos de esos treinta años, que ese orden es lo normal. Exigible. Para esta sociedad, el orden natural de las cosas es el orden que los humanos con su tecnología imponen. Qué llamativa paradoja que este año, que la primavera es atípicamente el 20 de Marzo, El Señor nos recuerde que si durante estos treinta años hemos tenido rígidos calendarios y horarios, sólo se debe a su insondable clemencia, tan incomprensible, como su inabarcable crueldad. Estos adjetivos son construcciones humanas, pues el universo no es ni bondadoso ni sádico, sólo es indiferente.
Entramos en la primavera chiquilla, la Noche igual, la noche y el día duran lo mismo. La naturaleza nos brinda el saber que nunca deberíamos olvidar: el equilibrio es el faro a seguir. Ese universo al que algunos llaman dios nos ha mandado Al Señor para reajustar las cuentas. Y lo hace fiel a su estilo, desde la contundente indiferencia. Los colores y sabores que pongamos a la experiencia es cosa nuestra. Seamos listos y pongamos los colores más alegres y los sabores más dulces que seamos capaces, sin renegar de los tonos oscuros y amargos que, inevitablemente acompañan a este manjar misterioso llamado vida.

APORTACIONES:
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Reverso.