Supongo que te sonará el anuncio de seguros de Matías Prats de “Soy mutualista”:
Habla sin parar de ti mismo y cuando te toque escuchar, desvía con sutileza la conversación. Si no quieres perder el tiempo oyendo las descafeinadas existencias de otros, hazte Yoista.
Mírate al espejo. Arréglate. Mantén la mirada a esa luz tan preciosa que te devuelve el cristal. Si eres guapo, hazte Yoista.
Cuando hagas el amor busca tu placer, fornica como si fueses un gladiador o una ninfa del que cualquiera disfrutaría por el simple lujo de contemplarte. Si cuando haces el amor sólo te falta sonreír a cámara, hazte Yoista.
La medida del mundo, de lo bueno y lo malo, de lo que es normal o no, eres tú. No dejes que otros tengan su propio criterio, sé Yoista.
Inevitablemente, compartes espacio con otros seres a los que hay que respetar. No dejes de mostrar condescendencia hacia esos pobres, vente con nosotros y hazte Yoista.
No seas de los que esperan su turno en la carnicería o en el atasco, los Yoistas no somos tontos. Es más, y sobra decirlo: somos listos. Bastante listos de hecho.
Por qué negociar o ceder, eso sólo lo hacen los cobardes o los equivocados, nunca un Yoista.
A un Yoista se le unen, nunca al revés. Un Yoista sabe por dónde ir y el que tenga objeciones, ya sabe dónde tiene la puerta.
El mercado de compañías que se ofrecen para asegurarte la vida es amplio. Los Yoistas son buena gente que quieren lo mejor para sus clientes, sólo que olvidan que hay otras opciones que te permiten tener tu patrimonio emocional asegurado sin recrearse en lo caudalosas y hermosas que son tus meadas.
Si eres Yoista, eres alguien que bajo esa sonrisa de superioridad esconde una enorme soledad. Tanta, que no para de hablar de él mismo consigo mismo para darse compañía.
¡Anda, vente con los Tuyoistas! Salvo que no tenemos a Matías Prats, en lo demás saldrás ganando.
El rumor del olvido.