No hay necesidad de sufrir. Una cosa es esforzarse, aguantar el tipo, y otra muy distinta sufrir. En los casos en que la medicación es conveniente, mi lema es el siguiente: hay que tomar la medicación mínima necesaria. Ni más, ni menos. Aquella que convierta la pesadilla en un mal sueño, que transforme lo insoportable en difícil. Si tomas tanta medicación que no sólo convierta lo insoportable en difícil sino lo difícil en fácil, no habrá resistencia y por tanto no existirá aprendizaje ni crecimiento. La medicación ha de dejar espacio para que movilices tus recursos, ha de ayudarte a avanzar aliviando la carga, pero no del todo. Esta resistencia razonable hará que poco a poco te vayas poniendo más fuerte y consigas que lo que hace tres meses era difícil, ahora sea fácil. Este es el momento de volver a bajar la dosis para que vuelva a ser un poco difícil, y tengas la oportunidad de seguir poniéndote fuerte. Y así hasta que un día las dificultades de tu vida te parecerán manejables, dispondrás de recursos internos para reducir el malestar, y sabrás convivir con él mientras lo logras. Y lograrás todo esto sin medicación.
Es cierto, que algunas personas tienen problemas muy complejos de muy difícil solución. En esos casos mantengo el argumento anterior: hay que tomar la medicación justa, ni más, ni menos. La medicación no tiene que quitar el barro que hay dentro de tu casa, tiene que quitar el barro de la puerta para que puedas entrar a limpiar el resto. Y en algunos casos como en la esquizofrenia, la puerta de entrada siempre tiene barro.