AGRADECIMIENTOS

    

    Vaya, parece mentira que haga ya cuarenta días que iniciamos este proyecto. Nuestro libro. La verdad es que me embarqué poco convencido, como te comenté. Me encanta escribir, llevo bastantes años haciéndolo, nunca hasta ahora lo había hecho bajo presión. Sabía que no iba a gustarme y, de hecho, así ha sido algunos días. El tintineo de las cadenas, por tenue que sea, es un sonido que me chirría. Tener la obligación de hacer un placer, por definición, resta peso a ese placer. Ser fiel a esa obligación, escribir un capítulo por día de cuarentena, por otro lado, eleva otro tipo de placeres: los paridos por la perseverancia.
De los siete libros que he escrito, este ha sido el más difícil. No he tenido tiempo de releer los capítulos más que el día que los publicaba. Ha sido escrito hacia delante, lo cual es algo original, pero con seguridad ha restado continuidad a la historia. En condiciones normales cuando acabo un libro lo releo cuatro o cinco veces, algunas de estas lecturas separadas por meses. Aquí no he tenido tiempo y, cuando lo tenga no cambiaré nada del texto. Sé de alguno de sus fallos. Personajes que no mantienen una forma simétrica de expresarse durante la historia, conversaciones demasiado profundas que no se dan en la cotidianidad, intuyo repetición de palabras e ideas. El libro va a quedarse como está. Es un libro escrito en condiciones adversas, no un libro perfumado que habla de las penurias de otros tiempos u otras gentes. El que desde Madrid escriba sobre Etiopía puede permitirse esos formalismos, el que escriba desde África, sus hojas estarán sucias y olerán a hambre.
La belleza de nuestro libro es que ha sido escrito simultáneamente a que se escribiese la historia. Ese es su valor, ahí reside su elegancia. Sólo había una oportunidad y, nosotros la hemos cogido. Por cientos se escribirán después, pero nuestra novela será de los pocas, quién sabe si no la única, que ha sido escrita con cada gota de realidad que ha caído sobre nosotros durante estos cuarenta días. Los que vengan escribirán sobre la lluvia que cayó, no sobre la que les está cayendo. Nuestra novela no es sobre la cuarentena, nuestra novela ha sido escrita EN la cuarentena.

    Algo me dice que ha llegado la hora de callar. Tengo que dejarte en paz un tiempo. Me has dado mucha compañía, escribirte ha sido una ilusión, pero en todo viaje hay una parte del recorrido que hay que realizar en soledad. En silencio.
El fotógrafo que mira la realidad a través de su objetivo, la disfruta, percibe sus coquetos matices, pero no deja de estar contemplando la vida a través de un cristal. Eso mismo me pasa a mí con las palabras. Quiero disfrutar al menos dos semanas de esta realidad sin filtros ni distracciones. Vivirla plenamente y con más silencio interior.
Lo que tenía que decir sobre este asunto, lo he dicho. Me tranquiliza saber que te dejo enfilado. Los niños saldrán a pasear en unos días, el shock ha pasado y has desarrollado habilidades de adaptación y el sol, pronto vendrá para quedarse. Me encontrarás, como siempre, con mi texto semanal de los miércoles. Y ya sabes que puedes escribirme para lo que necesites a rafaelromerorico@yahoo.es

    Sin ti, querido lector, este libro nunca se había escrito. Tu presencia al otro lado ha sido el aliento para acariciar cada palabra. Por mí no habría escrito este libro. Este no.
¿Podemos decir que una planta es del agua que la riega? No, diremos, la planta es dueña de sí misma. Es cierto, pero la planta no puede existir sin el cielo que la custodia y la tierra que la sustenta. Saber que estabas ahí, ha sido la tierra y el agua que ha alimentado cada una de mis palabras. Tenlo por seguro. Sin ti, puedo garantizarte que jamás habrían nacido Clara y Mateo.
Gracias por tus aportaciones. Gracias por estar ahí. Gracias por regalarme “Cuarentena”. Y recuerda: sal de la cueva, hace un precioso día de tormenta para pasear.

    Dedico este libro a la madre que a todos nos ha acogido durante esta crisis y, que aunque cada hijo la llama a su manera, como a los dioses, todos la conocemos como España. Pero sobre todo, dedico este libro a cada uno de los españoles que ha pisado durante 40 días estas bellas tierras. A todos. Al heterosexual, al gay y al transexual. Al unificador y al independentista. Al vegano y al cazador. Al alcohólico y al macarra. Al impaciente en los atascos y al que va en bicicleta y escupe a los coches. Al hipócrita y al que cree no serlo. A las mujeres y a los hombres, y a aquellos que ven una ofensa discriminatoria haber puesto antes a las mujeres que a los hombres. A los curas y a los actores porno. A los que hacen posible las plataformas de streaming y a los que no tienen televisión en casa. A los que respiran el trepidante aliento de las ciudades y a los que respiran en lento aliento del tiempo en sus pueblos. A los negros, y a los blancos, árabes, chinos, latinos y albinos. A los gordos y a los que tienen trastornos de la alimentación. A los derrochadores y a los tacaños. A los temerarios y a los prudentes. A los prepotentes y a los humildes, también a los falsos humildes y a los malinterpretados prepotentes. A los niños, a los maduros y a los ancianos. A los nudistas y a los negacionistas del cambio climático. A los médicos, y a los celadores, taxistas, charcuteros, psicólogos, ingenieros, periodistas, políticos, amas de casa, repartidores, informáticos y a los que se rascan los huevos chupando del bote de sus padres. A los mayores, que ya lo había dicho, pero que en esta crisis se han ganado aparecer dos veces en los agradecimientos. A los tontos y, a los que les parezco tonto. A los que odian España y a los que la aman. A los aventureros y a los que no salen del centro comercial. A los que escupen en la acera y a los que recogen un papel de chicle de su portal aunque no sea suyo. A los vivos y a los muertos, que con el tiempo vienen a ser los mismos. Dedico este libro a todos vosotros, porque de una forma u otra, todos somos un mismo organismo, todos somos personajes necesarios de la novela, todos tenemos un sentido y en el conjunto caótico y diverso que formamos, la gran escritora que es la vida, ve un orden perfecto para su historia. Quizás, junto con la naturaleza, lo único perfecto que hay en todo el universo.

Rafa.
  
   
      

reverso.