¡Celébralo!

¿Qué celebro? Celebras que lo has superado. Igual has enfermado, perdido a un ser querido, tu economía ha quedado vapuleada o estás firmando los papeles del divorcio, pero aquí sigues, erguido sobre tus pies. Quizás con más ganas de dejarte caer de lo que recuerdas en mucho tiempo, lo que no hace sino hacer más digno de elogio que sigas en pie.
Lo más duro de la pandemia lo has dejado atrás, y lo has logrado tú, con mucho esfuerzo. Te mereces un premio material, una cena o un viaje, y un reconocimiento. Concédete diez minutos a felicitarte. Diez minutos parece poco, pero es mucho; de hecho no creo que lo hayas hecho ni diez segundos, que es el tiempo que lleva decirse dos frasecillas de ánimo.
Quiero que dediques un día a celebrarlo, como haces con tu cumpleaños o Nochevieja. El día de: “Yo pude con este cabrón”.
Sé todas las cosas que han quedado atrás, y todos los miedos que hay por delante, pero hay que saber celebrar las pequeñas victorias. Por cierto, llegar dónde has llegado de pequeño no tiene nada. “No voy a felicitarme por acabar el curso porque la mayoría de mis compañeros de clase lo han logrado”. ¿Qué tontería es esa que si son muchos los que pueden levantar una piedra de cien kilos, esa piedra tiene el mérito de alzar una de diez? Tus logros no son menos logros porque también lo sean míos, no seas egocéntrico.
Cuando a un enfermo de cáncer le dicen que el tumor ha remitido lo celebra, aunque durante la enfermedad haya perdido una pierna o no sepa si en la siguiente revisión habrán subido los parámetros tumorales.

Para ganar hay que saber aceptar que los éxitos, siempre son parciales. Si no aprendes esto, nunca destaponarás la botella de champán.

Como yo, como todos, seguro que ha habido día que has caminado entre las tinieblas. Pues bien, ahora una brillante luz de corazón mediterráneo baña tu piel. Es junio y has conseguido mantener a flote, no sin tragar fango, el pescuezo. ¡No me fastidies que eso no se merece una celebración por todo lo alto!
No basta con decirte a ti mismo: ¡Bien hecho! Bienvenidas son esas amables palabras, pero quiero que literalmente, haya una celebración. Coge un día del calendario y márcalo cómo el día que diste una patada en el culo a una pandemia. “Aún no la hemos derrotado”, dirás. Claro, es que nunca la derrotaremos del todo y, cuando lo hagamos, vendrá otra cosa: la vejez, el desamor, la incertidumbre laboral, la enfermedad, las guerras, el tedio del existir y todos los contrapuntos que tiene el vivir.

Si esperas a tocar tierra firme para ser feliz tienes un problema. Un gran problema. La vida transcurre en alta mar.

¿Dudas de que seguir a flote con la que ha caído sea digno de tanto alboroto? Celebramos cumpleaños, licenciaturas, la admisión en un puesto de trabajo, bodas, el regreso de amigos del extranjero, enfermedades superadas… Más de cien días en el rin con el Covid y seguir en pie, bien se merece un festejo por todo lo alto. ¡Enhorabuena!

Reverso.