El pedo

Hay una idea bien conocida por todos que por todos es a menudo olvidada, si bien, que todo lo bueno esconde algo de malo y todo lo malo alberga algo de bueno. Tenerla más presente te permitirá que las sombras en los días soleados no te pillen por sorpresa, al tiempo que disfrutar de esos rayos de sol de invierno que si se buscan siempre acaban por encontrarse.

Poco queda por añadir que no haya sido dicho ya sobre lo pernicioso del momento de sobre estimulación de información que vive Occidente en la actualidad, pero poco se ha profundizado sobre sus ventajas para los tímidos y vergonzosos. Una de las ideas centrales que lleva a las personas a mostrar ansiedad ante los demás es su temor a equivocarse y ser centro de atención de mofas y críticas. Esto se debe a un falso sentimiento de protagonismo que hoy en día está más injustificado que nunca. Para bien y para mal, en este caso para bien, sería bueno que recordases que no eres nadie, que apenas tienes capacidad para merodear los pensamientos del prójimo más allá de unos minutos u horas. Lo siento, o me alegro, pero el mundo está muy ocupado con violaciones colectivas en la India, terremotos en Irán, Cataluña. Trump, ecología, paro, hipotecas, más todas las tonterías tan innecesarias como quizás necesariamente entretenidas que se envían por las redes sociales, para prestarte la atención que crees obtendrías.

Te animo a que te desnudes y bajes a comprar el pan en pelotas. Luego entra en un Banco, te pones la barra de pan vianesa entre tus piernas desnudas, y les haces un corte de mangas a los presentes. En el mejor de los casos te harán un video que se volverá viral. Qué curioso no, algo que consigue el sorprendente hecho de volverse viral, y no va a durar en la cabeza de las personas más que unos minutos. Lo viral ya es vulgar. Ni matando a cincuenta personas en una iglesia consigues acaparar la atención del público más allá de unas horas.
Hoy he venido a decirte que te ha tocado vivir una época dónde no eres nadie, porque estamos tan conectados los unos con los otros que lo que ganamos en extensión lo perdemos en intensidad, cómo decía Unamuno. A cambio, no te preocupes si se te escapa un pedo, cuentas un chiste malo, tartamudeas, te pones rojo, tu conversación es aburrida o suenas impertinente. Hoy en día o proclamas la independencia unilateral o no eres más que humo.

¡Qué maravilla esta nueva clandestinidad 2.0!

Con permiso del viento.