Monocromatismo existencial

Hay un vídeo circulando por la red, en el que sale un paisano asturiano ridiculizando la nevada en Madrid. Vaya por delante, que me encanta el monte y la montaña, de hecho, tengo un cariño especial a Asturias, y me enamora su forma de vivir, especialmente la rural de interior, tan distinta a la de la capital. Hace unos meses, memoricé una palabra que me dijo un paciente, orbayar. Igualmente, no hay duda alguna, que en general las personas que viven en el norte de la península, se desenvuelven mejor en estos saraos meteorológicos, como los sevillanos se descojonan de las olas de calor de San Sebastián. En el norte no hay muchos aires acondicionados, como en el sur hay pocas quitanieves, palas y cadenas. El motivo es sencillo: no suelen hacer falta y el dinero se gasta en otras cosas. Por otro lado, yo soy de los que llevan cadenas en el coche y me dejé los riñones el domingo quitando nieve.

La cuestión, es que este buen hombre, mientras da su paseuco por una senda de ensueño que solo puede despertar mi envidia, tiene que tomar una decisión. Todos tenemos en un momento dado que tomar una decisión. Uso estos tres minutos de vídeo para ayudar, o para criticar. Para avanzar, o para poner obstáculos. Él decide usar su tiempo para ridiculizar una situación, con todo lo que podríamos aprender de él. Ojalá hubiese usado su tiempo para darnos valiosísimos consejos que solo poseen los que lidian a menudo con la cara más dura del clima. Es una pena la dificultad que tenemos para construir sin destruir, cambiar sin renegar. Por supuesto, no es algo exclusivo de este paisano, nos pasa en mayor o menor medida a todos. Tenemos que destruir a nuestras parejas en la mente para encontrar el valor para divorciarnos, maldecir a nuestros jefes para dejar el trabajo, insultarnos para cumplir la dieta. Sería estupendo que aprendiésemos a divorciarnos, cambiar de trabajo y hacer dietas desde el agradecimiento, no desde el desprecio.

Otro de los efectos es la visión simple. Dando por descontado qué si los madrileños tuviesen la maña del abuelillo de una aldea de Burgos, nos estaríamos manejando mejor con la nieve, no creo que nadie dude, que facilitar la movilidad de cinco millones de personas es más complejo que las tres mil de un pueblo, o las trescientas de una aldea. ¿Me estoy poniendo a la defensiva? En parte, sí, pero, sobre todo, quiero alertar de la facilidad que tenemos para pensar de los demás que son gilipollas. Gilipollas por votar a tal partido político, gilipollas por seguir las reglas antivocid con demasiada pulcritud o laxitud, gilipollas por ser veganos o ir a los toros. Los únicos tontos que hay, sin serlo, son aquellos que dan por hecho que están rodeados de tontos.

Siempre hemos caído en el error de tildar con demasiada facilidad de gilipollas al vecino, pero en tiempos de pandemia, dónde hay que lidiar con el estrés durante tanto tiempo, es mucho más fácil dejarse arrastrar por esta simpleza. Nos pensamos que desde la esquina de nuestro mundo, podemos comprender el mundo entero. Me da igual que esa esquina sea el establo de un ganadero de Teruel, que un elegante despacho de Silicon Valley. Los condicionantes de cada vida son tan extensos, complejos y enrevesados, que hacen que dos personas que comparten portal, estén separados por dos galaxias. Por eso, no deja de ser cómico cuando sentenciamos con tanta simpleza como otros deberían conducir sus matrimonios, educar a sus hijos, gobernar los países, entrenar al equipo de fútbol, o gestionar sus adicciones. No quiero decir con esto que todo valga, caer en la relativización, asentarse en la pasividad y la dejadez como si todo estuviese suficientemente bien hecho. Ni mucho menos, hay que intentar cambiar las cosas que se pueden mejorar y, puesto que todo es eternamente mejorable, hay mucho que trabajar y opinar. Es una cuestión de disposición hacia el cambio. Una actitud nada baladí, porque cuando pretendo ayudar a cambiar al otro desde la mofa, la crítica o el desprecio, lo más probable es que el otro utilice la mofa, la critica y el desprecio para responderme. Mi simplicidad a la hora de entender la diversidad del comportamiento humano, será un eslabón de una cadena de personas simples, que actúan como organismos simples, que solucionan los problemas desde sus instintos más primitivos y radicales: la agresividad.

Cada vez es más evidente la deriva hacia el juicio lapidario. Monocromatismo existencial. No formes parte de esta cadena tan peligrosa, y tan simple, que solo abarca el blanco o el negro; los listos o los tontos; acertar o fallar. Por favor, usa tu tiempo en ayudarnos, porque a todos nos viene muy bien que nos aconsejen y orienten. Pero no nos tomes por gilipollas solo por pensar y hacer, lo que a todas luces, tú nunca harías o pensarías. Cuídate de no intentar hacer lo que tú entiendes por un mejor, sacando lo peor de ti y de los demás.

R.R.R.