Al igual que la luz no existiría sin la oscuridad, no puedes existir sin tu reverso. El reverso es el otro lado, lo que no se ve. Solemos asociarlo a aspectos negativos y reprochables, pero esto tiene más que ver con el juicio que haces sobre ti mismo que con lo que opinamos los demás sobre ti. Por supuesto a veces coincide, al que le robas no le agradará saber que eres tú quién le ha robado, pero el reverso no existe tanto para protegerte de los demás, como para protegerte de ti mismo.
En la mayoría de los casos tu reverso no oculta delitos, sino vergüenzas.
Los niños y los jóvenes aceptan mejor sus errores e incongruencias, pero según nos vamos haciendo adultos, la información que mandamos a la trastienda es mayor, adquiriendo el reverso un mayor protagonismo. Muchos adultos se creen unos estafadores, mercancía defectuosa, eso sucede porque al no compartir su reverso con los demás, sus miedos e inquietudes adquieren una trascendencia propia de todo aquello que es ocultado. A su vez, como el resto de adultos suele mostrar sólo una cara de sus actos, esto nos hace creer que somos unos bichos raros al albergar en nuestro interior sombras y luces.
No se trata de ventilar a los cuatro vientos tu reverso, se trata de no rechazarte por tenerlo.
Los humanos, al andar de frente, parece que sólo tuviéramos una cara, pero no tengas duda que detrás de tus actos más bondadosos pueden hallarse sombras, como no hay acto dañino al que no pueda encontrársele algo de luz.
No me enorgullezco, no es tal mi locura.
Ni me justifico, aunque así lo desearía mi cordura.
Tan sólo intento ser honesto con lo que soy.
Sólo los dioses podrían juzgarme moralmente, ¿Querrán hacer esto sabiendo que luego les pagaré con la misma moneda?
Y si no me oculto ante mis dioses, ¿por qué debería temerte a ti?
Sería absurdo que intente ocultar que soy lo que soy, haya hecho lo que haya hecho.
Dime cuántas capas de tierra has echado sobre tus secretos y te diré cuán profundo es tu desprecio.
Reverso.