¡Hay que ser idiota!

Después de un largo y fatigoso día de trabajo llegas al portal de tu casa. Hace doce horas que saliste de tu casa y tu depósito de combustible está en mínimos. Al llegar al portal, esperando el ascensor, te encuentras con un vecino. Le saludas amablemente con una amplia sonrisa. Sales del ascensor despidiéndote con la misma cordialidad. Abres la puerta de tu casa, no saludas o lo haces con un hilo de voz de ultratumba. Cuando te preguntan qué tal el día contestas con monosílabos, una queja que se viene repitiendo cada día laboral.

Muchas de las ideas que se tratan aquí los miércoles son bastante elementales, pero es que a menudo, las cosas elementales son las primeras en ser arrastradas por el olvido. ¿Se puede saber que haces dando tanto a un desconocido y tan poco a un ser querido? Ser educado con el vecino no es dar mucho, pero si tan agotado llegas del día que sólo puedes sonreír una vez, ¿por qué le regalas ese gesto al vecino del quinto en lugar de a tu pareja?
No veo porqué no vas a poder ser amable con ambos, pero si uno hubieras de elegir, que le zurzan al vecino. Igual estás pensando que no quieres quedar mal con él, que qué va a pensar de ti y demás, ¿pero acaso te preocupa más quedar mal con alguien que apenas conoces y cuyo supuesto rechazo no interferirá en tu vida que con aquel con quién convives, tanto te ha dado, y tanto influirá en tu vida?
No, no y no me contestarás. Lo que sucede, es que al final con quien tienes confianza te relajas y te muestras más como eres tú. Hay quién llegará a decirme que si tienes que hacer el paripé en tu propia casa vamos mal, que de alguna manera tratar mal a aquellos con quien vives es una muestra de respeto, porque te muestras tal cuál eres, sin protocolos, hipocresías ni mentiras. Me parece esta una idea tan floja que no necesitas de mi ayuda para rebatirla.

Pues sí, es cierto, antes o después cuando crees que te has ganado el cariño de una persona te relajas, dejando las sobras a quién tanto debes. Sería utópico aspirar a que esto nunca suceda, tanto como de idiotas permitir que suceda sin oponer resistencia.

Con permiso del viento.