Los peligros del optimismo (2)

“No importa fumar, porque mis pulmones aguantarán y si no lo hiciesen, mejor morir de joven que de viejo. Seré infiel porque no me descubrirán, y si lo hiciesen y me abandonasen, será una buena oportunidad para encontrar otro amor. No tomaré precauciones en mis relaciones sexuales esporádicas, estoy segura que no me quedaré embarazada ni me contagiarán nada y si sucediese, criar a un bebé con quince años es fácil y en Occidente ya no se muere de Sida…”
El optimismo, mal recetado, puede acabar teniendo consecuencias tan devastadoras como un acelerador de partículas manejado por un tonto. El optimismo, entendido como una forma de enfocar la vida en la que todo tiene solución, en la que a todo se le puede ver el lado positivo, puede acabar utilizándose de forma nefasta. Da igual lo que decidas, puedes permitir a tus impulsos tomar las riendas porque pase lo que pase, si eres un optimista diligente, serás capaz de ver en cada agujero una oportunidad para saltar.

Por lo general, cuánto más seguridad le das al ser humano más riesgos asume. Los coches en la actualidad son más seguros que los de hace un siglo, pero proporcionalmente al número de vehículos mueren muchas más personas ahora que en el pasado. Lo que ha favorecido los innumerables sistemas de seguridad con los que cuentan los coches en la actualidad es que cada vez los conductores corran y arriesguen más; al fin y cabo piensan que llevan máquinas muy seguras. Un conductor optimista pensará que si tuviese la mala suerte de tener un accidente los nuevos hospitales, con sus médicos tan profesionales y su tecnología tan avanzada, seguro que pueden hacer algo para dejarle como un pincel y aliviarle el sufrimiento con sus maravillosos fármacos. Si por algún extraño motivo ni el coche ni los médicos pudiesen salvar la vida de una persona que se estrella a ciento cincuenta kilómetros por hora contra un muro de hormigón, al conductor optimista le quedará el consuelo de que hay unos psicólogos buenísimos que ayudarán a sus familiares a superar el duelo, si es que se diese la mala suerte de que este estado se presentase. Con todo esto, ahora, que te encuentras dentro de tu coche y has de tomar la decisión de si picarte o no con ese conductor, has decidido picarte puesto que tienes todo a tu favor: no tendrás un accidente porque eres mejor conductor, además si algo fallase tu coche te salvará y si no lo hace él lo harán los médico y si no lo hacen ellos te queda el consuelo de que no sufrirás y de que tu familia será muy feliz cuando tu pareja encuentre un nuevo amor que llenará de mimos y conversación ese espacio que recientemente ha quedado vacante. Si o si, hagas lo que hagas y decidas lo que decidas, sólo puedes ganar. Acelera por tanto un poco más. ¡Viva el optimismo! ¡Viva la necedad!

 

Hago bien en ser optimista ante los contratiempos, pero sería absurdo buscarme contratiempos para ser optimista.

Con permiso del viento.