Por si las mujeres no tenían suficiente con tener que hacer los deberes con sus hijos, dejar la comida preparada para el día siguiente, trabajar dirigiendo una multinacional, aguantar los vaivenes emocionales que cabalgan de la mano de sus hormonas, aguantar los efectos secundarios de que un alien crezca dentro de ellas durante nueve meses, no alargar la baja maternal más de lo conveniente si no quiere ver peligrar su puesto de trabajo, ser sensible a los sentimientos de su marido cuando pierde su equipo de fútbol o cuando llega cansado y malhumorado a casa después de una larga jornada laboral, cuidar de sus padres como no lo hacen sus hermanos varones, mantener la figura que tenía cuando era una niña de quince años, cuidar su piel con un sinfín de potingues, hacer lo posible por medio de dietas y deporte de no alejarse mucho de las bellas, esculturales y perfectas siluetas que salen en los anuncios de televisión o en las innumerables vallas publicitarias que inundan la ciudad haciendo imposible olvidarse por un momento lo que deben hacer si no quieren ser consideradas material viejo y defectuoso, y por si no tenían suficiente con todo esto, ahora, los hombres, enganchado más que nunca al porno, que no a la masturbación, siendo este último un problema, de serlo, de una índole mucho menos enrevesada que el de la pornografía, piden a sus mujeres que además de hacer croquetas como nadie, sean capaces de meterse hasta la campanilla o hasta el intestino grueso al “niño bonito” de la casa. Al hilo de esto, este miércoles, una mujer de cuarenta y cuatro años que ha acudido a la consulta de mi padre literario, ha manifestado lo siguiente:
-Creo que mi pareja ve mucho porno.
-La verdad es que cada época tiene sus demonios, y en esta que nos ha tocado vivir, al porno le empiezan a salir los cuernos. Bien gestionado podría enriquecer la vida sexual individual y de las parejas, pero con el uso compulsivo que se le está dando lo que se está consiguiendo es alejarse cada vez más de esos propósitos. Últimamente estoy preguntando a mis pacientes que porcentaje de veces que se masturban lo hacen viendo porno. ¿sabes la respuesta? El 90-100% de las veces lo hacen viendo porno. Esto es un problema…
-Carlos ve demasiado porno, estoy segura. Siempre anda detrás de cómo tengo que depilarme, como si fuese una muñeca de sus películas, pero sabes una cosa, ¡Mi coño lo tengo como a mí me da la gana!
Me ha parecido una declaración de principios digna de ser compartida: «¡Sólo faltaba que también me digan como tengo que depilarme el coño!»
PD: la protagonista de esta historia, equilibrada en sus pretensiones, también tiene en cuenta los gustos de su pareja a la hora de tratar su querida entrepierna y a veces se lo depila como a él le gusta, pero lo hace porque así lo decide ella, y por supuesto no siempre lo hace.
Con permiso del viento.